La voladura del castillo a manos de los franceses en 1813 no sólo convirtió en ruina la vetusta fortaleza castellana: muchos edificios de la ciudad se vieron afectados por la brutal explosión. La Catedral incluida. Víctimas de los bombazos fueron muchos de las vitrales de la capilla del Condestable, acaso una de las mejores manifestaciones de vidriera flamenca renacentista española. Realizadas en el taller que Arnao de Flandes había abierto en aquella Florencia burgalesa de finales del siglo XV, constituían la irrupción, en cuanto a concepto y a forma, de un nuevo lenguaje vidriero.Desde entonces, las obras maestras supervivientes han resistido al paso del tiempo, pero se hacía necesaria una intervención para garantizar no sólo su existencia en el futuro sino también la seguridad de quienes visitan este privilegiado espacio catedralicio.
Durante todo el verano ha permanecido cerrada al público la capilla del Condestable, que volverá a abrir sus puertas previsiblemente a finales de noviembre, según ha manifestado a este periódico el presidente del Cabildo, Juan Álvarez Quevedo, quien lamentando que muchos turistas se hayan perdido estos meses este espacio consideraba «urgente» esta intervención. Con un coste de 280.000 euros, que sufraga en su totalidad el Cabildo con la autorización de la Comisión de Patrimonio, es la primera de tres fases. Ésta, que se concluirá en dos meses, es la que se centra en desmontaje y seguridad.Así, sobre un enorme y complejo andamio, con la supervisión del arquitecto Javier Garabito y de Miguel Ángel Ortega, arquitecto técnico y restaurador, se están retirando todos los vitrales y protegiendo cada vano con un cristal especial exterior, tal y como recomienda la legislación en materia de Patrimonio, de tal manera que cuando, en un futuro, las vidrieras regresen a su lugar, éstas no sufran los rigores del aire ni de la lluvia, garantizando su longevidad.
Las vidrieras serán restauradas en una segunda fase, para la que aún no hay proyecto ni presupuesto; a las originales de Arnao de Flandes que se han conservado en las alturas de la capilla se sumarán otras, en concreto tres lancetas, que fueron hace años retiradas y restauradas (una formó recientemente parte de Mirabilia, exposición dedicada a Santa Catalina).
Los ventanales que no conservaron ningún vitral original del artista flamenco serán ocupados por nuevas vidrieras, que confeccionará la empresa Vidrieras Barrio, que ya está realizando diseños. «Tenemos un estudio completo de la iconografía de la capilla en el que se contempla el programa iconográfico que pudo existir en las vidrieras desaparecidas. Se sabe que hay una relación entre la iconografía de los retablos, pinturas y conjutos escultóricos con las vidrieras existentes. Así que tenemos la posibilidad de hacer un plan iconográfico que se acerque a lo que hubo y que guarde sintonía con las originales», explicó el vidriero Enrique Barrio.En cualquier caso, apuntó, esas nuevas vidrieras, aunque sean armónicas en su conjunto con respecto a las primigenias en cuanto colores y formas, se distinguirán perfectamente de las orginales.
Con todo, para esas dos fases siguientes aún no existe ni proyecto ni presupuesto, si bien el Cabildo calcula que en total esta actuación podría dispararse hasta los 600.000 euros.En este sentido, la propia Dirección General de Patrimonio ha animado al Cabildo a completar la actuación. Hasta que las vidrieras sean restauradas y, junto a las nuevas, regresen a su lugar, en los ventanales se colocarán paneles historiados, para que el efecto en la capilla sea similar al que mostraba antes de que se retiraran las vidrieras y para que la luz no incida negativamente en las obras del interior.
Joyas del Renacimiento. Para Enrique Barrio, maestro vidriero, los vitrales que realizó entre finales del siglo XV y comienzos del XVI Arnao de Flandes son únicos. «Es un trabajo singular, muy elaborado.El dibujo y la calidad son altísimas. Fue un taller que se esmeró, que puso todo su empeño en hacerlas de la mayor calidad. Como si hubiese sido su tarjeta de presentación. No hay que olvidar que a finales del siglo XV Burgos era un centro vidriero, donde había tres talleres que exportaban vidrieras, abasteciendo a casi todas las catedrales.Arnao de Flandes también trabajó en las catedrales de Ávila, Palencia, Oviedo...».
Cuando se le encargan las vidrieras del Condestable, subraya Enrique Barrio, Arnao de Flandes ya era un artista de prestigio, «como indica la firma que puede leerse en una de ellas. De no haber sido un contrastado vidriero, no le hubieran permitido poner la firma de ninguna manera».