Los inversores han dejado de pensar exclusivamente en obtener el máximo lucro posible a sus ahorros y cada vez es más habitual comprobar que piensan en un futuro donde su capital aporta bienestar al planeta.
El economista Andrés Garay asegura que «la sostenibilidad ya no es solo una tendencia, es una oportunidad de negocio real y rentable» y, además, precisa que desde los fondos verdes hasta las energías renovables, las inversiones que mejoran el cuidado del medio ambiente están ofreciendo rendimientos superiores a los tradicionales, y lo mejor es que están en auge.
En este contexto, los expertos destacan que las compañías que adoptan prácticas responsables pueden superar una rentabilidad de un 20% por encima de las empresas tradicionales, por lo que subrayan que es el momento de invertir en futuro y de replantear proyectos que cuiden el medio ambiente.
Estas iniciativas de negocio, que están en constante crecimiento, están demostrando que pueden ser unas opciones muy interesantes.
Se trata de inyecciones de capital que abarcan desde fondos, que priorizan la sostenibilidad y la eficiencia, hasta proyectos en energías renovables, empresas responsables y bonos verdes, que están aportando unos balances muy lucrativos frente a sus competidores.
Los economistas financieros explican que en el ámbito de los fondos de inversión sostenible, los que están dirigidos a acciones del cuidado del medio ambiente registran unos beneficios promedio del 6,3%, superando el 5,6% del resto los productos bancarios.
De igual manera, los bonos verdes, que financian iniciativas medioambientales, están registrando unas ganancias comparables o superiores a los títulos convencionales, con un comportamiento muy positivo en el mercado.
Las energías renovables también se colocan como una vía sólida de inversión. En España, la rentabilidad interna de empresas fotovoltaicas se encuentra entre el 7% y el 9% anual, y las plantas eólicas pueden generar retornos entre un 8% y un 10%, respaldadas por la estabilidad de las tarifas de la electricidad y la creciente adopción en el mercado de fuentes limpias.
En cuanto a las compañías que adoptan prácticas responsables, el impacto de la sostenibilidad se refleja en las beneficios de sus facturaciones. Un estudio de Harvard Business School revela que este tipo de sociedades tiene unos superávits del 20% superiores a las que no lo son.
El mercado de bonos ESG (ambientales, sociales y de gobierno corporativo) también ha crecido considerablemente en el segmento financiero. Según el grupo inversor BlackRock, estos productos que cumplen con criterios ecológicos frecen unos beneficios que se colocan en un entorno del 2% por encima de los productos tradicionales.
Ante esta nueva realidad, las infraestructuras verdes, tanto los edificios sostenibles como los sistemas de transporte limpio, están registrando un gran atractivo y también resultados interesantes. Así, los inmuebles con certificación LEED generan un 10% más de ingresos por alquiler, al tiempo que reducen los costes operativos en un 20%, según un informe de la cadena inmobiliaria Jones Land Lasalle (JLL).
Por su parte, el sector primario marca un gran protagonismo en prácticas sostenibles y, de hecho, está alcanzando un retorno significativo, según subraya la consultora McKinsey, que precisa que invertir en este tipo de agricultura, que prioriza la regeneración de suelos y la reducción de productos químicos, ha generado rendimientos de entre el 8% y el 12% anual por encima de las prácticas convencionales.
Eficiencia
El escenario económico actual avanza tanto a nivel nacional como internacional a un ritmo acelerado que apuesta por inversiones con rentabilidades que se fundamentan en la eficiencia y el ecologismo. Se trata de una nueva mentalidad que viene apoyada por los mayores beneficios que están registrando en todo tipo de actividades y que entre sus prioridades y objetivos está mejorar la sociedad.