El Silbö San Pablo está viviendo el parón de febrero por la Ventana FIBA más plácido de su historia. Nunca antes el conjunto azulón había llegado a este momento del año sin realizar ni un solo movimiento una vez comenzada la temporada y en el horizonte no hay visos de que pueda variarse el plantel salvo por lesiones de gravedad. El proyecto azulón no ha mostrado ninguna fisura hasta la fecha y va camino del objetivo de la ACB.
La dirección deportiva azulona hizo los deberes en verano y Bruno Savignani tiene todas las posiciones muy bien cubiertas. Además, no ha sufrido ningún infortunio en forma de lesión grave y, mientras algunos de sus rivales se mueven, el San Pablo mira al mercado de reojo.
Este escenario de calma total no suele ser lo habitual en la mayoría de los equipos y el San Pablo siempre ha fichado una vez empezada la campaña. Sin ir más lejos, el curso anterior incorporó a Roko Rogic, Edin Atic y Dusan Ristic en el inicio de año. Dieron un salto de calidad al plantel, pero no fueron suficiente para lograr el objetivo.
A lo largo de estos años, ha habido aciertos y errores, ya que no es fácil encontrar jugadores que se adapten con rapidez a un equipo ya en marcha. Durante la primera temporada en ACB, John Jenkins y Vlatko Cancar fueron un soplo de aire fresco, un caso similar al de Augusto Lima y Vítor Benite una campaña más tarde. Los cuatro encajaron bien en el proyecto, aunque tal vez el jugador con un impacto más inmediato fue Dominique Sutton. Su personalidad y su exuberancia fueron una bendición para el San Pablo, aunque ese carácter arrollador también acabó generando problemas. Dio igual porque el equipo ya estaba muy cerca de la salvación.
Sin embargo, no todos los que llegaron a mitad de curso aportaron lo esperado. El ejemplo más evidente fue la temporada 2021/22, cuando el San Pablo consumó el descenso a LEB Oro. Casi 20 movimientos hubo durante esa etapa y muy pocos estuvieron a la altura. Cady Lalanne o Hayden Dalton, que apenas estuvieron unos partidos, fueron de lo poco salvable de los fichajes invernales.
Y si ha habido fichajes a lo largo de estos años también ha habido salidas o lesiones. Por ejemplo, en el primer año de ACB, Deividas Gailius se lesionó la muñeca y estuvo varios meses fuera y, un año más tarde, Deon Thompson ejerció una cláusula para marcharse al Zalgiris Kaunas, un equipo de Euroliga. Otras despedidas por voluntad propia fueron la de Earl Clark, que no volvió tras la pandemia, la de John Jenkins, que se marchó un poco antes de finalizar el curso con el San Pablo ya salvado, o la de Prince Ali, que pidió marcharse de forma inesperada.
La mayoría de salidas, sin embargo, se produjeron por bajo rendimiento o porque no terminaron de encajar en los planes del entrenador. Fueron los casos de Slava Kratsov, Ognjen Jaramaz, Dino Radoncic, Jean Pierre Tokoto, Calvin Hermanson o Adala Moto, entre muchos otros.
Entre los entrenadores, también ha habido movimientos. Desde el adiós de Andreu Casadevall al tentarle la ACB hasta las destituciones de Zan Tabak, Salva Maldonado, Paco Olmos o Lolo Encinas. Tiempos convulsos en los banquillos tras la salida de Joan Peñarroya que han encontrado la calma de la mano de Bruno Savignani.