Nació en Barcelona y actualmente reside entre la ciudad condal y México por motivos laborales. No obstante, la relación de su familia con Huéspeda, de donde era su madre, llevó a Ángel Mata a rastrear el pasado de esta localidad del Valle de Caderechas. Se había marcado como objetivo confeccionar su árbol genealógico y, tras un intenso trabajo de investigación, consiguió dar forma a un tronco con decenas de ramificaciones, hasta el punto de sumar cientos de nombres. Ahora, con toda la documentación que ha ido recopilando sobre familias y apellidos desde 1850 se ve capaz de investigar los antepasados de todos aquellos que echaron raíces en la zona.
El hecho de que su pueblo, al que acude siempre que su ajetreada vida se lo permite, sea un lugar pequeño y de que exista algún tipo de relación, aunque sea lejana, entre casi todas las familias, facilita la labor que se ha propuesto realizar el hombre. «Desde hace casi dos siglos hasta el día de hoy, hay una repetición constante de apellidos, que revela que todas las personas se han ido cruzando a través de los años», explica. Por ello, se encuentra inmerso en el estudio de los parentescos de todas las localidades que forman el valle, con la intención de recuperar sus memorias.
Si bien, confeccionar estos árboles genealógicos no resulta labor sencilla y detrás de cada uno hay horas de búsqueda de información. Durante todo este tiempo ha recurrido a diferentes fuentes: «El recurso clásico son los archivos de registros de nacimientos, bautizos, matrimonios y defunciones», declara. Eso sí, reconoce que la tarea es más fácil a partir de 1870, con la existencia de un doble registro: el eclesiástico y el civil.
Inventarios de testamentos que se pueden encontrar en los archivos históricos, puesto que cuando uno de estos documentos alcanza el siglo de antigüedad pasa a ser público; censos de población y hemerotecas de periódicos que permiten acceder a las esquelas, constituyen las otras fuentes que Mata ha consultado para hacer acopio de información sobre el pasado del territorio. El archivo diocesano de San Salvador de Oña y la colaboración del ya fallecido párroco Jesús Palma también han resultado fundamentales en sus indagaciones.
Ahora, con su enorme árbol genealógico en la mano, se siente capaz de reconstruir el pasado de todos los vecinos de la zona. Ya ha desarrollado prácticamente el de Huéspeda, Madrid, Ojeda, y parcialmente Herrera. El trabajo es complicado, sobre todo cuando se trata de personas procedentes de otras parroquias o de gente que no conserva sus apellidos reales, por ser por ejemplo hijos de madres solteras.
Esta afición por la genealogía permite que los vecinos de estos lugares conozcan de «dónde vienen y sepan un poco más sobre sus antepasados». Con la información recopilada ha creado una galería fotográfica en Facebook, con imágenes suyas y que le envían personas que guardan relación con Caderechas.