Las 22 plazas que ofrece el único área de autocaravanas con el que cuenta la ciudad, ubicado en las traseras del instituto Pintor Luis Sáez, son a todas luces escasas, especialmente cuando las vacaciones se concentran en pocos días como ha sucedido esta Semana Santa. Ello ha obligado a este tipo de turistas a aparcar sus vehículos a lo largo del recién remodelado aparcamiento disuasorio. En algunos momentos el número doblaba al de la zona regulada e, incluso, también se han visto caravanas en la antigua zona ya desmantelada junto al centro comercial Camino de la Plata.
Y es que tras la pandemia es un tipo de turismo que cada vez está más extendido por la comodidad que supone llevar la casa a cuestas y poder parar en cualquier sitio y también ser más económico. Aunque en el caso de Burgos, el Ayuntamiento decidió no cobrar por estacionar, en otras ciudad sí aunque los precios son razonables. «El área de autocaravanas de Burgos es muy pequeña, especialmente en momentos puntuales como Semana Santa o determinados puentes festivos», asegura el autocaravanista Alfredo Padilla.
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