Cuando apenas ha transcurrido un año desde que paseamos de su mano por aquella Tierra Vieja medieval, Antonio Pérez Henares se adentra ahora en La Española, donde da voz a aquellos hombres que cambiaron la Historia.
¿Cómo surge la necesidad de contar la historia del descubrimiento de América?
En realidad llevo 25 años para escribir esta historia. La primera vez que pensé en ello fue cuando desembarqué con Miguel de la Quadra Salcedo en Macuro, en la desembocadura del Orinoco, que fue el primer lugar en el que Cristóbal Colón pisó tierra firme. Llegamos justo 500 años después del descubrimiento, en 1992, y aquella noche ya le empecé a dar vueltas porque para mí, y para mucha gente, no ha habido un acontecimiento en la Historia de la Humanidad con mayor trascendencia que el descubrimiento de América. El mundo cambió la percepción que tenía de sí mismo. Hoy no nos podemos imaginar el mundo sin América. Y eso fue una obra de España.
«Le sobraban ansias de conquista, de convertirles a la fe de Dios y de volver cargado de fama y oro» se puede leer en boca de uno de los personajes. ¿Con eso se puede explicar que una pequeña nación como España dominase el mundo?
España en ese momento, en 1492, acaba de culminar la Reconquista y, al mismo tiempo, se está expandiendo seriamente por el Mediterráneo a pesar de las graves dificultades por tener que enfrentarse al Imperio Otomano, que era poderosísimo. En el caso de América se había establecido una carrera por ver quién llegaba antes a las especias. No hay que olvidar, por ejemplo, que un gramo de mostaza valía más que un gramo de oro porque los turcos habían cortado las rutas que se utilizaban para traer las especias y otra serie de cosas del Oriente Lejano. Los portugueses estaban bajando por África y en esa carrera nos llevaban ventaja. Y, de pronto, cuando los Reyes Católicos se enteran por Juan de la Cosa, que estuvo de espía embarcado con los portugueses, que ellos ya están llegando al Cabo de Buena Esperanza, dicen «vamos a intentar eso que nos ha dicho Colón». Y lo intentan, y no encuentran Las Indias, pero encuentran América. ¿Y qué sucede entonces? Tropas avezadas, un país como España que en ese momento está cargado de energía… Lo que no se puede es narrar esos tiempos aplicando la mentalidad actual, ese presentismo estúpido que le ha entrado al mundo donde hasta quieren reescribir los libros.
"La leyenda negra donde tiene más crédulos es en España" - Foto: Juan LázaroVerá como lo intenten con los suyos…
Yo ya he dicho que voy a exigir ante notario que mis libros no los reescriba nadie. Es un insulto a la Humanidad lo que están haciendo estas generaciones. ¿A quién se le ocurre? ¿Quieren reescribir la Historia? Oiga, la Historia está ahí. Y cada tiempo tiene unos valores. Hoy quizá no entendemos la idea de un hidalgo castellano de ensanchar los reinos de su Majestad. Pues miren, era muy importante. La idea de Dios, por su parte, era trascendente porque Dios era la medida de todas las cosas. El honor, la gloria, la fama y la fortuna también son importantes. Y la ambición, que existe y ha existido siempre, siendo además una fuerza poderosa para la realización de los proyectos… Y añadiré otra más, pero por lo bajini (ríe), las indias. Imagínate cuando llegan esas gentes del primer viaje y cuentan que es un paraíso natural y que, además, hay una cantidad de personas que andan prácticamente desnudas. Y los conceptos del sexo y la permisividad eran muy diferentes a los que había en Europa y en Castilla. Todo ello provoca un ansia de ir al Nuevo Mundo. Suma, asimismo, la necesidad de huir de la pobreza y la miseria.
No ha habido un acontecimiento en la Historia de la Humanidad con mayor trascendencia que el descubrimiento de América"
Y, sin embargo, ese paraíso se convierte pronto en infierno.
Con los restos de la Santa María, destrozada en un temporal, se levanta Fuerte Navidad donde Colón deja a 38 españoles. Están en un lugar teóricamente bien acondicionado y rodeado de gente pacífica, que apenas tenían armas. Sin embargo, cuando regresan los españoles, lo primero que encuentran son dos cadáveres flotando que saben que no son indios porque tienen barba.
¿Qué había pasado?
Colón había dejado unas instrucciones muy precisas, de respeto hacia los indios, de no abusar… Pero algo había pasado. Y no había sido, como supieron luego, el ataque de aquellos indios que conocieron en el primer viaje, sino de otros. ¿Quiénes eran esos otros? Cuando los españoles llegaron estaban ya los caribe expandiéndose por todas las islas, a la caza, además, de hombres y niños para comérselos, porque eran caníbales. Hay que decir las cosas muy claras. Así, en el segundo viaje, antes de llegar a La Española, los españoles ya se dan cuenta que había indígenas que no eran tan pacíficos como los taínos. De hecho, los taínos les piden ayuda para combatir a esos indios caníbales. Total, que en el paraíso se había abierto la puerta del infierno y también habían contribuido los propios españoles, porque lo que dejó organizado Colón, se desperdigó. Empezó, además, lo de siempre, porque España siempre se replica como es: sus odios entre ellos, sus peleas…
En la novela se vislumbra su admiración por Alonso de Ojeda y por Juan de la Cosa.
Sí, bastante. Cuando decidí que algún día iba a escribir del descubrimiento, no sabía aún que iba a ser una novela, estaba en Fuerte Ozama, que está en Santo Domingo. Desde allí, años más tarde del primer viaje, comenzaron a salir todas las expediciones de los españoles. Y fue en Fuerte Ozama cuando me di cuenta de que por donde yo había ido, por aquella calle de las Damas habían pasado los Colón, los Pinzón, los Niño, Juan de la Cosa, Alonso de Ojeda, Velázquez de Cuéllar, Vasco Núñez de Balboa, Cortés, Pizarro, Ponce de León, Bartolomé de las Casas… Tantos… Toda esa gente había estado en algún momento allí, en aquel pequeño sitio. Gente que estaban cambiando la Historia del mundo.
Pero es verdad que entre todos ellos uno tiene debilidades, como me ocurre con el Capitán de la Virgen, que es como conocían a Alonso de Ojeda. Quizá es por una cuestión de cierto paisanaje, porque yo soy de Guadalajara y él era de Cuenca, somos alcarreños los dos. Pero, realmente, es por su carácter y su leyenda. Por su valentía increíble. No hay que olvidar que decían que se había batido más de mil veces en duelo y jamás le habían herido. Era de un coraje extraordinario.
Hay que destacar el mestizaje como algo clave y característico del Imperio español"
Y Colón, siempre presente en la novela.
¿Sabes por dónde intentó pasar Colón? Es algo increíble, la intuición que tenía… ¡Por Panamá! Por el sitio más estrecho. Él iba con su barco entrando por los ríos para ver si alguno servía de paso, pero al ver que traían agua dulce se iba dando cuenta de que no eran pasos de mar. De hecho, él con su barco llega al sitio en el que luego se levanta el canal de Panamá. Es que España entonces era un Imperio, y un Imperio atrae talento: Colón era genovés, Américo Vespucio era florentino... Aquí venían navegantes, militares, pintores… Porque un gran imperio atrae, sobre todo, a los genios. ¿Dónde va ahora la gente? A Nueva York. Entonces Sevilla era la Nueva York del mundo.
«Cada barco que llegaba a Sevilla venía de cambiar el mundo», defendió usted en la presentación de la novela. ¿Somos conscientes en España de la magnitud de eso?
No. Y encima somos tan imbéciles que nos fustigamos con ello. Porque la leyenda negra donde tiene más crédulos e incluso se enseña en los colegios y se convierte en dogma de fe para algunas cátedras universitarias es en España. Aquí se considera que el descubrimiento es una atrocidad. En esta estupidez que no sé hasta donde va a llegar se pretende juzgar la Historia de la Humanidad con los criterios del siglo XXI… Bueno, ni siquiera con esos criterios sino con las modas de unos mermados mentales que se atreven a decir qué era lo que tenía que hacer un tipo del Renacimiento o un señor de Altamira. Es como si empezamos a cuestionar desde la primera civilización hasta la última, porque en todas ha habido descubrimientos, exploración y conquista. Nosotros, como españoles, imagínate, tendríamos que empezar a pedir perdón a los neandertales que se extinguieron en la Península Ibérica… Aunque algo ha quedado de ellos, pero mucho menos que lo que ha quedado de los indígenas americanos en la región hispana, donde las poblaciones mestizas alcanzan hasta el 90 por ciento. Que me busquen indios o mestizos al norte de donde estuvo el Imperio hispano. No encontrarán un indio nativo. ¿Qué decía el general Philip O. Sheridan? «El mejor indio es el indio muerto» y lo llevaron a escena. Y sin embargo, en Iberoamérica vemos mezcla, mestizaje. Y desde el primer día. Los matrimonios mixtos estuvieron protegidos por la Iglesia y por las leyes desde el primer momento, desde 1514. ¿Cuándo se permitieron los matrimonios mixtos en Estados Unidos? En 1967. Casi cinco siglos después. Esto es algo alucinante. Y sin embargo aquí estamos continuamente con eso…
Volviendo a Sevilla…
¡Claro que Sevilla era la capital del mundo! Y eso que no había móviles (ríe). Cada barco que llegaba era un impacto. Imagínate el primer barco que llegó diciendo que había descubierto unas nuevas tierras y, al cabo de un tiempo, se dan cuenta de que es un continente nuevo, inmenso… Imagínate luego cuando buscando el paso, aparece Magallanes, que también llega a la corona española atraído por ese talento, y da la vuelta al mundo.
Mira, cuando España es expulsada del Continente, Hispanoamérica era la zona del mundo más emergente, con mayor riqueza, de mayor cultura con 22 universidades, donde el comercio estaba floreciendo, donde había grandes urbes como México o Lima… Porque España se replicó en América. Y, sin embargo, hoy la mentira establecida también en los países iberoamericanos es que fuimos una lacra, cuando dejamos una región con una riqueza y un peso en el mundo que se ha perdido en estos 200 años. Esa mentira la repiten unos gobiernos que le echan la culpa a la metrópoli de lo que es su terrible fracaso durante estos 200 años. También es cierto que el vecino del Norte no se ha replicado en el Sur, sino que ha extraído todo lo que ha podido del Sur.
Voy a exigir ante notario que mis libros no los reescriba nadie"
De hecho, en la novela, hay un personaje que dice «no tienen peor enemigo los españoles que ellos mismos». ¿No hemos cambiado nada?
Nada en absoluto. Yo cada vez que oigo a uno de estos estúpidos, estúpidas o estúpides… Están tirando estatuas de Colón, de fray Junípero Serra… No se libra nadie de un juicio de estas características. Pero vamos a ver, que Fray Junípero Serra, por ejemplo, fue el grandísimo defensor de los indios californianos, el creador de todas las misiones que, entre otras cosas, mantuvieron las lenguas nativas que hoy conocemos. Pongo otro ejemplo: ¿Cómo se llamaba el último jefe apache que combatió contra los norteamericanos? Jerónimo, que no es un nombre precisamente indígena, sino que venía precisamente por los padres jerónimos.
Ni leyenda negra ni leyenda rosa...
En mi novela no hay leyenda rosa porque cuando hay que contar una batalla, se cuenta, y cuando hay que señalar a alguien como un canalla, se señala. Las primeras leyes que protegieron a los indígenas son españolas. Fue la reina Isabel quien prohibió que se esclavizase a los indígenas. Había una trampa, sin embargo, que hicieron los conquistadores, ya que si era un indio rebelde se podía tomar como esclavo después de la batalla y alguno, claro, decía 'pues todos son rebeldes'. Porque hubo personajes canallas, como Nuño Beltrán de Guzmán, y otros maravillosos como Cabeza de Vaca. O gentes tan justas como el primer virrey (Antonio de Mendoza) que cogió al propio Nuño Beltrán de Guzmán y al enterarse de sus fechorías lo mandó preso al Castillo de Torrejón de Velasco hasta su muerte.
Es que, volviendo a lo que decía antes, hay que destacar el mestizaje como algo clave y característico del Imperio español, mientras que otros imperios han considerado a los indígenas como algo sucio, terrible… ¿Sabes dónde hay un menor porcentaje de indios en América? En Argentina y Chile, por el exterminio sistemático que se hizo a finales del siglo XIX jaleado por el presidente Sarmiento y otros dirigentes que defendían que había que exterminar a todos los indios, fueran hombres, mujeres o niños. Y son discursos que están grabados. O Perón bombardeando a toda una tribu provocando cientos de muertos. Miguel de la Quadra me presentó a la última india ona, los últimos indios patagónicos de la Tierra de Fuego. Ella me contó cómo habían sido exterminados sus antepasados: los pastores galeses pagaban una libra por cada indio muerto… Pero los exterminadores somos nosotros. Los genocidas somos nosotros. Y los racistas somos nosotros. Y esto que lo diga gran parte de la izquierda española, como parte suya que fui me avergüenza, me entristece y me hace pensar que lo que tienen al frente son gente con una gran merma intelectual y mental. Eso es un insulto a todos nuestros antepasados. Por decírselo claramente: mirad, idiotas, a quien estáis insultando es a vuestros abuelos.
¿Cómo ha llegado la sociedad a ese punto de quitar los grises de la Historia y que todo sea o blanco o negro?
Esto es reciente, antes no era así y menos aún en los historiadores. Pero claro, hoy le llaman facha a don Claudio Sánchez Albornoz que llegó a ser presidente de la República en el exilio. Esto es una moda que se ha aplicado y que considera que ellos son los progresistas cuando lo que son es indigentes intelectuales. Es la moda de los -ismos: indigenismo, animalismo… Y no digo feminismo porque le tengo un enorme respeto a ese movimiento y precisamente por ello, me niego a utilizar esa palabra para nombrar determinados delirios de extrema izquierda porque el feminismo es la revolución más importante de los últimos 100 años. Se está llegando a unos extremos intelectuales… Les queda solo quemar libros, que no les parece bien, pero lo que hacen es reescribirlos. Realmente me preocupa el futuro, aunque yo soy un señor mayor y tengo la vida ya muy vivida. Pero me da cierto vértigo pensar en lo que viene, principalmente porque veo que ahora esta sociedad es menos libre que aquella de cuando yo era joven. Veo que ahora hay una censura terrible y una persecución de la libertad e, incluso, de la alegría. Recuerdo los años 80 y los 90 como tiempos más libres y más alegres.
España era un Imperio, y un Imperio atrae talento"
¿Cómo se logra transmitir los olores, los sonidos, los colores de aquellas tierras para hacer sentir al lector que está allí?
Esta novela la he ido madurando con el tiempo… He participado en siete Rutas Quetzal y en muchas expediciones propias por la zona para recorrer la mayoría de los escenarios. Es una novela muy vivida. En Panamá, por ejemplo, con Miguel de la Quadra vivimos un huracán y sentimos lo que describía Hernando de Colón, ese miedo de que el mar te va a tragar. Y la selva…
¿Por qué hay que leer La Española?
Porque se cuenta lo que no se había contado en novela de esa época. Es una novela coral que espero que haga leer más sobre los personajes que aparecen en ella. Sobre los reales, claro, porque hay personajes ficticios que entrelazan a los grandes nombres porque, por ejemplo, tenía que haber un tabernero ya que era en su taberna donde se podían encontrar. Estoy seguro de que hablarían con el último vino llegado de España.