El escasísimo uso de la planta de residuos de construcción y demolición que el Consorcio Provincial de Residuos de la Diputación inauguró en 2020 en el polígono industrial de Santecilla de Mena tras invertir 590.000 euros, ha llevado a esta entidad a reaprovechar las instalaciones para depositar y clasificar muebles, colchones y todo tipo de enseres, además de voluminosos. Desde el Consorcio, su gerente, Juan García, afirma que «esta infraestructura ha demostrado ser un acierto, por su carácter polivalente, al permitir aliviar la ingente cantidad de voluminosos recogidos en verano en la zona norte», a lo que añade que, sin ella «se habrían colapsado los puntos limpios de Medina y Villarcayo».
Hasta ahora, los camiones del Consorcio Provincial de Residuos que pasan una vez al mes por cada municipio recogiendo los enseres los depositaban en los puntos limpios de Medina y Villarcayo. Con la reordenación de los recursos, trasladan una buena parte a la planta de Santecilla de Mena «para poder facilitar las operaciones de valorización». Así, la flota del Consorcio deposita allí sus cargas y separa en la medida de lo posible los elementos que se pueden reciclar, como colchones, piezas metálicas, madera sin barnices, etc. Después, estos materiales son trasladados a las plantas de gestión autorizadas para su reciclaje, que en algunos casos se encuentran en Madrid o Bilbao, como es el caso de las especializadas en colchones, al no existir ninguna en Castilla y León.
García insiste en que el volumen de enseres es creciente cada verano en la zona norte, donde entre los meses de junio, julio y agosto pasado, el Consorcio recogió 339 toneladas, repartidas entre las 90 de junio; las 101, de julio; y las 149, de agosto. Es en verano cuando mayor cantidad de enseres acaban desechados, sobre todo, provenientes de las segundas residencias que renuevan su mobiliario. Por ello, García insiste en que la planta de Mena fue «una buena decisión», a pesar de que en noviembre de 2022, dos años después de su creación, las imágenes que tomó Diario de Burgos demostraban que todavía no había entrado allí ni un saco o remolque de escombro, aparte del que se echó el día de la inauguración y en el que crecía la hierba.
Entonces y ahora, el Consorcio sostiene que sí hubo quienes depositaron allí escombros, según los partes de la empresa concesionaria, Cespa. Sus estadísticas indican que en 2022 se llevaron a Santecilla 170 toneladas de escombro; en 2023, un total de 517;y en lo que va de año hasta el 31 de agosto se han contabilizado 147. Estas pírricas cantidades, comparadas con el volumen que tratan las empresas privadas del sector, están muy lejos de las 5.000 toneladas anuales que estas plantas aspiraban a tratar cuando se construyeron. No obstante, para García, «se está dando una mejor utilización que al principio de la planta, en la que no sabíamos qué demanda de depósito de escombro iba a haber». Además, puntualiza que la autorización de la planta de escombros de Mena «permite la admisión de residuos del grupo LER 20 03 07, los residuos voluminosos», que ahora se llevan. Pero advierte que los ciudadanos no pueden llevar allí enseres, solo los camiones del Consorcio.
El objetivo de la planta era evitar el vertido descontrolado de escombros, una vez que la Junta de Castilla y León había comenzado a clausurar escombreras ilegales. Desde el Consorcio creen que sí se han reducido. Asimismo, aclaran que las instalaciones de Mena, que según aseguran abren de 10 a 2 de la tarde de lunes a viernes, solo pueden recibir residuos de obras menores y, en ningún caso, grandes volúmenes de las empresas de construcción han acudido a gestores autorizados privados. A cada usuario se le exige una fianza de 180 euros.