Dani Arce es un tipo feliz, positivo hasta lo extremo e incluso kamikaze en ocasiones. Sin embargo, la temporada que acaba de cerrar ha sido «la mejor de mi vida» y eso nadie lo puede discutir. Tampoco es debatible que ha sido el mejor de Europa en su disciplina (3.000 metros obstáculos), ni que ya es uno de los mejores obstaculistas de la historia de nuestro país, aunque dé vértigo decirlo. Así lo ha demostrado en un Campeonato de España del que regresó con el oro y en unos Juegos Olímpicos en los que fue el único representante del continente en la final. Cada vez está más cerca de los mejores o, mejor dicho, ya está entre ellos. Pero Dani Arce quiere más y así lo demuestra sentándose con Diario de Burgos para hacer un resumen del año y para señalar el Mundial de 2025 como «mi próximo objetivo».
¿Cómo califica su temporada? ¿Le pone un diez?
Ha sido la mejor temporada de mi vida. Ha sido muy larga, pero cada vez tenía mejor marca hasta estar con los mejores, hasta ser uno de ellos. Ha sido el año en el que he verificado que estoy ahí. He demostrado que ya no es casualidad. Ha sido un año sobresaliente, un año increíble.
Usted es más positivo que nadie, pero ¿se lo podía llegar a imaginar?
Me imaginaba que podía bajar del 8:10 y para el próximo año digo que puedo mejorar el 8:08, lo que no esperaba era correr durante tanto tiempo, seis meses, en 8:10. Además es que no he tenido esa carrera que saque mi mejor versión de cara a la marca. He estado en marcas estratosféricas en carreras tácticas. He corrido cuatro Diamond League (los mejores meetings de la actualidad) y en todas he entrado entre los seis primeros. Eso es una locura. No me creía que pudiera estar ahí.
Para obtener estos resultados se habrá tenido que sacrificar como nunca.
Sí. Yo soy un tío que me centro mucho en el objetivo principal, que es el verano. En invierno soy como un oso, hibernando. Siempre, en el gimnasio o haciendo kilómetros. Ese trabajo es duro y parece que no sale a la luz porque es a largo plazo. Hasta dentro de casi medio año no hay resultados, aunque estés ahí mañana y tarde. También me he cuidado mucho. Hay muchas batallas y hay que seleccionar bien porque luego en unos Juegos Olímpicos todos llegan con una planificación perfecta, más ahora con la revolución de marcas que estamos viviendo. O te profesionalizas y entrenas muy fuerte, enfocado, o es imposible hacer nada. Ya no sirve hacer una marca increíble un solo día.
Que un tío de carne y hueso como yo haya luchado contra los mejores demuestra que sí se puede»
¿Ha cambiado algo en su día a día? ¿Cómo se explica su «sobresaliente temporada»?
Son varios factores. Yo soy un tío que escucho mucho a mi cuerpo, no hago cosas porque quiera si no puedo. Eso es fruto de la experiencia. La mentalidad siempre es la misma, la de tener los pies en el suelo. Y la continuidad. No paro en toda la temporada y siempre voy a más. En invierno me centro en hacerme más resistente y fuerte para prevenir lesiones. Luego hay que saber que cada temporada se hace más difícil porque la edad corre para todos. Hay que medirte mucho más.
Ahora le tocan unas merecidas vacaciones, pero ya veo que tiene la cabeza en la próxima temporada.
Sí, sí (ríe). De hecho he parado porque se acaba la temporada. Descanso para regenerar físicamente y desconectar de cabeza. Pero lo hago para seguir mejorando. No paro porque quiera unas vacaciones, paro porque quiero seguir mejorando y esto es parte del proceso. Ahora toca descansar. Lo bueno es que la temporada siguiente ya pilla casi más cerca que esta pasada. La tengo en mente ya.
Ha vivido muchos buenos momentos en los últimos meses, ¿se puede quedar con tan solo uno?
(Se lo piensa). Realmente esta temporada han sido todos buenos. He ido a todas las carreras con la mentalidad y el físico permitiéndome decir: 'Puedo luchar por estar con los mejores'. Todas las carreras han sido muy buenas.
Me imaginaba que podía bajar de los 8:10 minutos y el próximo año te digo que puedo hacer mejor marca de 8:08, pero no esperaba poder mantenerlo en el tiempo»
¿Cuál ha sido el peor?
Lo único triste fue el Europeo. Iba con la mejor marca y durante el último año no me había ganado ningún atleta europeo en mi prueba. En la final del Campeonato de Europa me ganaron cuatro. Tenía y tengo la mejor marca y todos sabemos que no se decide en una sola carrera quién es el mejor de Europa. Creo que he demostrado durante la temporada quién da la cara en unos Juegos, una Diamond League...
Mirando la otra cara de la moneda, ¿quizá esa decepción le sirva para tener como próximo objetivo convertirse en campeón de Europa?
Y no solo eso. En la temporada que entra hay un Mundial en Japón y voy a luchar por todo. Hay que ir a muerte e ir a por las medallas. En la Diamond League he llegado a un segundo del tercer clasificado y ahí estaban los medallistas olímpicos. Ya no solo veo un Europeo como única posibilidad de lograr una medalla, esta temporada me hace ver que también puedo luchar por ellas en un Mundial.
Ya estuvo en Tokio, pero imagino que estos últimos Juegos Olímpicos en París fueron muy diferentes. ¿Cómo los vivió?
El ambiente fue increíble. Los Juegos son una burbuja y yo me quedé impactado. El estadio era una pasada. Por la mañana y por la tarde estaba lleno. Era increíble. Me acuerdo que nos llevaban por el túnel que había debajo de las gradas y parecía que ibas a salir al Coliseo de Roma a luchar con leones. El ambiente de fuera, de la Villa Olímpica, también era increíble aunque no lo pude aprovechar del todo porque esta vez buscaba ir y competir bien. En Tokio solo ir ya era un éxito.
No paro porque quiera unas vacaciones, paro porque quiero seguir mejorando»
¿No le dio tiempo entonces a disfrutar del todo de la famosa Villa Olímpica?
Después de la final sí que hubo dos días para disfrutar, pero estás reventado y sabes que tu temporada todavía no había acabado. A mí me quedaban dos carreras. Hay que seguir un poco con la rutina y no desestabilizarte aunque estés en París. Eso es lo difícil de esta temporada y lo que me permite ser competitivo con los mejores atletas del mundo, no solo de Europa.
¿Con quién compartió más momentos en París?
He coincidido con mi pareja (Fátima Diame, saltadora de longitud) en Tokio y en París. Compartir ya dos Juegos Olímpicos con ella es algo increíble y muy bonito. Único. También te impactan otras cosas en la Villa Olímpica. Hay deportistas de todas las disciplinas y te sorprende ver cuerpos diferentes al que estás acostumbrado, el de atleta. Ves a los de halterofilia, de breakdance, de escalada... Vives la experiencia con ellos, te interesas por cómo ven su competición. Abres el abanico y ya no es solo tu deporte.
¿Cómo vivieron esa experiencia tu entrenador y tus compañeros de entrenamiento, los que te ven cada día aquí en San Amaro?
Fue increíble para ellos también porque todo salió bien. Creo que sirve para demostrar que un tío de carne y hueso como puede luchar con los mejores en unos Juegos Olímpicos. Demuestra que se puede, que no hay que ser de otro país o nacer en otro lugar para poder luchar por todo. Solo hace falta ponerle ganas, sacrificio y entusiasmo.
En los Juegos Olímpicos de París nos llevaban por el túnel que había debajo de las gradas y parecía que ibas a salir al Coliseo a luchar con leones»
¿Qué próximos retos tiene?
El próximo año viene el Mundial y ya tengo la marca mínima. Ya es una garantía para seguir preparándome con tranquilidad, como me gusta a mí. Ese es el objetivo principal. Quiero seguir en la élite y voy a trabajar para estar entre los cinco mejores... si puedo entre los tres. Voy a seguir trabajando para soñar con todo.
La fiebre que le alejó de la medalla continental
En junio, Dani Arce se plantó en el Campeonato de Europa de Roma como favorito para hacerse con el oro. Pero lejos de lo esperado, acabó quinto y destrozado, tanto emocional como físicamente. Él recuerda la razón: «Si no me hubiera puesto malo, no me hubiese asustado la carrera», recuerda sobre una enfermedad que le atacó en los días previos y que le impidió seguir al atleta italiano al inicio.
«Hubiera intentado controlar la carrera como hice en las seminales de los Juegos, que era una carrera más exigente. Pero estaba enfermo y no sabía si mi cuerpo iba a responder. Tenía menos energía», añade Arce, que recuerda «mucha debilidad y fiebre», lo que le hizo no poder «correr como cualquier otro día».
Eso sí, sabe que «no está en mi mano» y por ello «tampoco es una espina. Tomé medidas para llegar bien y no ponerme malo, pero es lo que pasa a veces. Ya está. Es quinto de Europa, que muy poca gente lo puede decir», recuerda el atleta burgalés.