Debo tener todavía ese complejo que en Madrí llaman de provinciano. Qué sé yo. Me gusta leer y escuchar cosas de Burgos lejos de casa. Me gusta que digan en la radio que las mínimas se dan allí, como suele ser, y que en invierno salga en la televisión la plaza del Rey nevada. Me gusta que sea noticia. Me gusta casi siempre.
Últimamente, no vamos a engañarnos, me tocan demasiado los costados con el fútbol. No somos los oriundos los únicos que nos damos cuenta del desastre. A ver si vamos a pensar que en la Puerta del Sol no leen los periódicos. Pero lo que peor llevo, seguro, es el bochorno cuando hay un gambazo de esos que nos sabes muy bien cómo explicar. El sonrojarte cuando te preguntan, por ejemplo, «¿qué ha pasado con el Ayuntamiento, las oenegés y los inmigrantes?». «Que la han liado», contestas, así como para salir del paso.
Todo el asunto me da pena, pero las pintadas que vi en este diario el jueves, sinceramente, me dan vergüenza. Como creo que les debería dar a muchos. En especial a los que han provocado el problema cuando se supone que en el sueldo va resolverlos y no crearlos.
Cuando la política local se hace pensando en Madrid, pasa lo que pasa. Aunque al final los que acaban pasando son los que hacen la política, que a menudo creen que ese momento nunca llegará.
Cuando uno depende tanto de una sede que, siendo generosos habrá pisado una vez este año, suelen acabar preguntándose el día de las elecciones qué demonios habrá pasado para tener ese resultado. Pero ahí el trabajo ya está hecho, y las políticas, las malas incluidas, llevadas a puerto.
Quitar el pan a quien lo reparte porque es la línea que marcan arriba es de tener muy poco valor y muchas tragaderas. Plegarse a ello porque la tranquilidad es lo que más se valora, también. Suele repetir mi amigo Agustín Valladolid aquello de que gobernar consiste en tomar medidas impopulares en ocasiones. Cuando el gobierno es local, la impopularidad a menudo tiene que ser para con el jefe capitalino.
Que piensen en el Ayuntamiento, en todo el Ayuntamiento, si a los vecinos les interesa más Ribera, Aldama, Begoña, Pedro, Mazón, Feijóo, Ábalos, Trump y compañía o bien la vergüenza de leer putos moros en la pared de quien da pan al que no lo tiene. Que lo piensen en frío y luego se hagan la misma pregunta que se hacía Juan Manuel Pérez en su Escaño Cero esta semana. «¿Merece la pena mantener esta situación de caos e improvisación diaria?» Estoy seguro de que hasta ellos tienen clara la respuesta.