Cáritas cierra más de 150 inserciones laborales en un año

ARSENIO BESGA / Miranda
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La entidad trabaja la orientación y formación de los participantes en sus programas antes de ayudarles a dar el salto a un empleo. El número de inscritos en el plan para jóvenes ha crecido un 67% desde 2021

Cáritas consigue cerrar en Miranda de Ebro más de 150 inserciones laborales en apenas un año. - Foto: A.B.

La búsqueda de un empleo jamás es una tarea fácil. Multitud de personas encuentran serias dificultades para hallar un puesto de trabajo, pero, por suerte, cuentan con el apoyo de algunos colectivos que hacen que esa labor resulte un poco menos compleja. Así ocurre con Cáritas, la entidad sin ánimo de lucro que en Miranda ha conseguido cerrar más de 150 inserciones laborales, sumando las cifras cosechadas en 2023 por su servicio general y los datos de su programa específico de jóvenes durante el último curso escolar.

Ambas vertientes de la labor de Cáritas tienen el mismo objetivo, sin embargo, atienden a personas muy diferentes y se adaptan a ellas. La responsable del programa de empleo, Soraya Saiz, cuenta que el proyecto general busca «mejorar la empleabilidad de personas en situación o riesgo de exclusión», aunque cualquier individuo que requiera apoyo a la hora de buscar un trabajo puede acercarse a su oficina de la calle Santa Lucía 35. Allí llevan a cabo varias fases, donde «la persona es el centro». Empiezan con la orientación para tener un «diagnóstico» sobre cada caso y, después, entran en la «formación», que este año ya ha superado los 40 participantes entre los cursos de carretillas, de carné de conducir en la autoescuela Mónaco y de servicio doméstico.

Tras ayudar a estas personas a ampliar sus destrezas, Saiz comenta que dan el salto «a la fase de intermediación laboral». Y es que desde 2015 la entidad está constituida como agencia de colocación, aunque acumule dos décadas realizando esa labor. La mayor parte de los 135 contratos que han cerrado este año dentro del programa han sido en el sector de los cuidados. No obstante, la responsable aclara que utilizan «unas tablas salariales diferentes y más altas a las que marca la ley porque lo legal no tiene por qué ser lo justo». 

Kevin Beltrán (22 años): Kevin Beltrán (22 años): "La beca de Cáritas me ha sacado de situaciones muy precarias". - Foto: A.B.

El proyecto dirigido por Saiz ha contado con más de 360 individuos solo en 2023, que en su mayoría eran mujeres de mediana edad y un buen número de procedencia sudamericana. En cambio, el programa de jóvenes, denominado Itera porque es una forma de «animar a que vuelvan a intentar formarse y entrar en el mercado laboral», según explica su responsable, Francisco Delgado, tiene un balance diferente.

Este plan contó durante el curso 2022-2023 con 67 participantes y la inmensa mayoría fueron hombres. Eso sí, de nuevo la procedencia se centró en países extracomunitarios, con gran presencia de las naciones situadas al otro lado del charco.

Delgado explica que en los últimos años han notado que «cada vez hay más gente y más no tienen papeles». Los datos avalan al menos la primera reflexión, pues la participación ha crecido un 67% desde 2021. En estos casos, la entidad hace «un acompañamiento porque cada uno tiene una situación diferente». Pese a ello, el responsable de Juventud de Cáritas en Miranda apunta que siempre se centran en mejorar la formación de estos individuos. 

Yesy García (28 años): Yesy García (28 años): "Hay que tener paciencia. Es largo, pero ves los resultados". - Foto: A.B.

Lo hacen de dos formas. Por un lado, facilitan el acceso a cursos no reglados de cosas como fontanería, labores de almacén o español, y, por otra parte, ayudan a encarar la formación oficial, bien sea en el CEPA Aquende o en pruebas de acceso a FP, así como, a través de la tramitación de la homologación de los estudios que acumularan en otros países. Todo ese trabajo parece efectivo, pues casi 20 jóvenes han logrado empleos solo en el último curso tras participar en Itera.

"La beca de Cáritas me ha sacado de situaciones muy precarias"

Kevin Beltrán (22 años)

Con 15 años, Kevin Beltrán se estrenó en el sector agrícola de Colombia. También aprendió el oficio de mecánico y jamás paró de buscar un sustento con el que mantener su independencia. Sin embargo, ya con la mayoría de edad, por cuestiones familiares viajó a Ponferrada, donde tenía un techo gracias a su madre. Quedó sorprendido por cosas como "la temperatura o la amplitud de las calles", aunque lo más relevante fue que se topó con un mercado laboral muy complejo. Acabó en Miranda y logró hallar ocupaciones esporádicas, pero con condiciones paupérrimas. Al final, los trámites legales se le complicaron, las ofertas de empleo escasearon y perdió la independencia que había recuperado. Eso sí, no se vino abajo.

Según cuenta, la ayuda de Cáritas fue clave para mejorar su formación y recuerda que, mientras hacía cursos, la beca que le dio esta entidad le sacó de "situaciones muy precarias". Y el apoyo de este colectivo no quedó ahí, ya que, tras buscar por sí solo, la institución le ofreció un cargo en una firma logística. Gracias a eso, volverá al trabajo mañana mismo y tendrá la llave para regularizar su situación.

Después de casi 5 años de varapalos, Kevin cree que "hay momentos de alegría y de frustración, en los que pierdes tiempo sin poder trabajar, así que esto no solo es un alivio, sino que es como respirar aire puro después de estar encerrado en un cuarto con aire contaminado".

"Hay que tener paciencia. Es largo, pero ves los resultados"

Yesy García (28 años)

Tras coger un vuelo desde Cuba a España, Yesy García desembarcó en Miranda. No conocía nada, ni a nadie, pero asegura que investigó y reparó en Cáritas. Solo unos meses después de su llegada a la ciudad, ya estaba realizando un sinfín de cursos, como el de servicio doméstico y cuidado a personas dependientes o carretillera, además de la homologación de la ESO y el carné de conducir, que ya luce con orgullo. Entre medias, el servicio laboral de la entidad le fue suministrando algunos trabajos puntuales y, al final, encontró uno que le ofreció la estabilidad que necesitaba.

Así, terminó logrando "tener el arraigo" y, en la actualidad, se muestra tremendamente "contenta y agradecida" por todo el apoyo que ha recibido. Es más, asegura que "animaría a cualquiera" que se halle en una situación similar a acudir a la oficina de la calle Santa Lucía. Ahora bien, Yessy advierte de que "hay que tener paciencia, porque este es un proceso largo", aunque al mismo tiempo aclara que "al final ves los resultados".

Su caso demuestra el éxito de quien no ha parado de formarse y esforzarse hasta regularizar su situación, alcanzando la "tranquilidad" desde un puesto digno en una residencia de mayores y pudiendo afirmar que está "totalmente adaptada y siempre bien acogida en la ciudad" a lo que suma que su hija de solo 9 años ya es una mirandesa más, la cual "dice que a Cuba solo irá de visita".