«Todos los años tengo pérdidas por culpa de la fauna». Así de rotundo se expresa Eloy Miguel, agricultor en la localidad ribereña de Vadocondes, en referencia a «los estragos» que provocan corzos, jabalíes y conejos en las tierras de cultivo campaña tras campaña. Así, en plenas protestas del campo después de arrastrar años de malas cosechas, granizadas, heladas y sequías; de precios por los suelos y costes de fertilizantes y combustible por los cielos; o de competencia desleal de los mercados exteriores, los profesionales del sector suman un quebradero de cabeza más: la fauna. Pues bien, durante los últimos cinco años, las indemnizaciones por el perjuicio que ocasionan los animales en la Ribera del Duero ascienden a 349.787 euros. En 2023, la cifra superó los 65.800 euros, según los datos facilitados a este diario por Agroseguro.
Mientras, la superficie siniestrada roza las 2.200 hectáreas desde 2019. Si se analiza ejercicio por ejercicio, el año pasado la fauna silvestre causó daños en 424 hectáreas; en 2022, fueron 556 las hectáreas afectadas; 329 en 2021; otras 417 en 2020 y 457 en el año 2019.
En el caso concreto de 2023, desde Agroseguro detallan que de las 424 hectáreas perjudicadas, casi 148 eran de viñedo y las otras 260 de cultivos herbáceos. El corzo está detrás de la mitad de los perjuicios. Provocó daños en 133 hectáreas de viñedo, que se tradujeron en unas indemnizaciones por valor de 25.305 euros, y en 41 hectáreas plantadas de cereal, a cuyos propietarios abonaron 28.995 euros. En total, 54.300 euros en compensaciones sólo por los corzos.
También los conejos y las palomas causan destrozos en las viñas de la Ribera del Duero, aunque en mucha menor medida. A los primeros se les atribuyen daños en 12,6 hectáreas y a las segundas, en apenas dos hectáreas. Mientras, en los cultivos herbáceos, el conejo se sitúa al frente de las pérdidas al haber causado problemas en 129 hectáreas, que obligaron a Agroseguro a indemnizar a sus dueños con alrededor de 7.500 euros. Por su parte, el jabalí provocó perjuicios en casi 24 hectáreas de cultivos herbáceos y en otras 12 hectáreas de cultivos industriales no textiles.
«Está descontrolado». Ante este panorama, Eloy Miguel advierte de que «el corzo está descontrolado totalmente» y apunta que se ven a grupos de animales «en cualquier tierra». A su juicio, se trata de «un caso crítico» y advierte de que hay viñas rodeadas de monte que sufren daños del 100%. Según explica, «los corzos se comen los primeros brotes y entonces las cepas no tienen racimos».
Una de las peticiones que hace el sector, donde cunde la preocupación, es que se permitan los descastes para minimizar los daños. Mientras tanto, cada vez más agricultores deciden vallar las viñas. Miguel constata que «hay muchísimas hectáreas cercadas» y, de hecho, «las nuevas plantaciones se suelen vallar directamente», con el coste que implica y el 'efecto rebote', ya que «limitas tu viña, pero el animal se va a la de al lado y así sucesivamente». A ello se suma que los jabalíes «devoran el maíz» y «causan estragos».
Este agricultor de Vadocondes detalla que, recién sembrado, «van surco por surco y en una noche se comen más de una hectárea». Después, resembrar «es difícil» y «el seguro no te cubre si no ha desarrollado las cinco hojas». Algo similar sucede en Pinilla Trasmonte, donde agricultores como Abelardo Abejón evitan sembrar girasol en la parte norte porque «la fauna lo muerde y pierdes la cosecha».