El Gobierno de Al Bashir echa a andar bajo una oleada de ataques

Agencias
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Los rebeldes tratan de tranquilizar a la comunidad internacional al asegurar que el país «no va a meterse en otra guerra» pese a un repunte de los bombardeos judíos en varias regiones

Tanques israelíes en los Altos del Golán, en la frontera con Siria - Foto: Avi Ohayon (Reuters)

La comunidad internacional sigue mirando con recelo hacia Siria tras la caída del presidente Bashar al Assad a causa de la ofensiva relámpago iniciada el pasado 27 de noviembre, en medio de la incertidumbre sobre el futuro de la nación tras el cambio de poder y la posibilidad de abrirse nuevos frentes con los territorios vecinos, especialmente con Israel. Por eso, las nuevas autoridades insurgentes quisieron lanzar ayer un mensaje de tranquilidad al garantizar una transición pacífica y dejar claro que «el país no va a meterse en otra guerra». 

«Los gobiernos extranjeros no deben preocuparse por la situación en Siria» y su gestión, aseveró Abu Mohamed al Jolani, líder de la organización Hayat Tahrir al Sham (HTS), que encabezó el derrocamiento del régimen. 

El responsable del grupo -Organismo de Liberación del Levante, en español- hizo estas declaraciones un día después de que encargara al político Mohamed al Bashir la fase de transición. El propio primer ministro interino aseguró posteriormente que la transferencia de mando está siendo fluida y ordenada, al tiempo que indicó que liderará un Gobierno que administrará Siria durante los tres próximos meses hasta que se redacte una nueva Constitución.

«La gente está agotada de la guerra, por lo tanto, el país no esta preparado para entrar en una guerra nueva. El temor era de la presencia del régimen de Al Assad, actualmente ha caído y el país se dirige hacia el desarrollo, la reconstrucción y la estabilidad», indicó Al Jolani.

No obstante, entre la comunidad internacional no desaparece el temor a que se abra un nuevo conflicto que acabe de dinamitar la ya de por sí frágil situación en Oriente Próximo. De hecho, Israel está aprovechando el vacío de poder en la nación para asestar un duro golpe al armamento del depuesto Al Assad con el objetivo de evitar que pueda ser usado contra el territorio hebreo en el futuro.

En los últimos dos días, las Fuerzas judías han lanzado más de 350 ataques contra objetivos militares sirios desde la caída del régimen, bombardeando radares, depósitos de misiles, tanques, aviones de combate o buques de guerra, entre otras capacidades estratégicas, y según Nitzan Nuriel, que fue jefe de la oficina antiterrorismo del Gobierno israelí entre 2007 y 2012, el trabajo no ha concluido.

El primer ministro hebreo, Benjamin Netanyahu, justificó el martes pasado estas agresiones, alegando que su Ejecutivo «no tiene intención de interferir en los asuntos internos de Siria», pero está dispuesto a hacer «lo que sea necesario» para garantizar la seguridad. «Nuestra misión es clara: proteger a los residentes de los Altos del Golán y a todos los civiles israelíes», señaló el comandante de la División 210, tras los ataques de estos últimos días en los que el Ejército estimó haber destruido más del 70 por ciento de las capacidades militares.