En un par de semanas, el interior del templo dedicado a San Pedro Apóstol, de Villanueva de Odra, estará libre de andamios y tablones, y en su lugar volverán a instalarse los bancos, colocarse las imágenes en sus lugares originales y lucir las losas nuevas del suelo que han reemplazado a las que estaban deterioradas y que una vez sometidas a un patinado, tendrán similar color a las antiguas.
En ese momento, quien vea las fotos del antes y el después de las obras, no se creará este pequeño ‘milagro’, máxime porque no ha sido obra de ninguna empresa de restauración, sino de un grupo de voluntarios, vecinos del pueblo, que han venido trabajando en el interior del templo desde el pasado mes de abril, unos con más conocimientos que otros en estas labores, pero todos con la misma ilusión de recuperar un inmueble que forma parte de la identidad de Villanueva. En estos trabajos, los laboriosos vecinos han contado con la ayuda y asesoramiento de Óscar García, natural de la localidad y director de la empresa Fenix Conservación, que en 2011 llevó a cabo la restauración del retablo mayor, una intervención que costó 30.000 euros, financiados por Adeco-Camino en un 70%, la Fundación Gutiérrez Manrique, el 20%, y el resto la parroquia. Precisamente, el párroco Laureano Oca ha sido el gran impulso y gestor de esta última fase del interior, con un presupuesto de 36.000 euros, financiado con aportación particulares, de la pedanía, Ayuntamiento de Villadiego, la Diócesis, que ha aportado una cuarta parte del coste obtenido por la venta de la casa parroquial, la asociación local y la Gutiérrez Manrique.
Las obras se han centrado en el saneamiento de los muros que presentaban humedades, picado de las zonas de morteros que estaban en peor estado y retiradas de los mismos; se ha sacado a la vista la piedra de sillería y de talla de las columnas, arcos y capiteles tapadas con yeso, además de intervenir en todas las estructuras de madera del templo, tanto del coro, puertas, cancelas, sillerías y mesas de altar. Igualmente, se han saneado los suelos, levantando las lápidas rotas y sustituyéndolas por otras nuevas y restaurando las piezas fracturadas. García destaca que al realizar las obras se han descubierto algunas puertas y muros ocultos que se han reintegrado en el conjunto monumental. El templo cuenta con nueva instalación eléctrica que se remata estos días.
El número de voluntarios que ha trabajado estos últimos 6 meses ha rondado la veintena, aunque media docena de ellos, lo ha hecho con mayor dedicación; también ha colaborado un grupo de mujeres y algunos que no residen en el pueblo ha ayudado fines de semana o momentos que tenían libres. Para una intervención futura quedaría pendiente restaurar algunos retablos, pero como bien recalca Óscar García, «el grueso general está hecho».