Maniobrar con un ejército es ventajoso. Maniobrar con una multitud indisciplinada, es peligroso. Esa frase no es de un antiguo miembro de la cúpula de Ciudadanos que la cita, sino de Tzun Tzu, general japonés del siglo V aC, que para la posteridad dejó El arte de la guerra, libro de cabecera de cualquier político que se precie.
Yes que lo sucedido ayer solo lo puede explicar este consejo de estrategia militar. Desde el punto de vista estrictamente político, la maniobra de ayer de Ciudadanos era correcta, tardía pero correcta. Dos mociones de censura, en la Comunidad de Madrid y en la Región de Murcia, para apartarse al máximo del PP y rectificar un movimiento que muchos criticaron en el verano de 2019: dar el poder a los populares en autonomías que llevaban controlando desde hacía más de 20 años, concretamente, desde 1995.
Lamentablemente para los liberales, la jugada se quedó a medias:prosperó en la comunidad mediterránea y fracasó en Madrid. «El movimiento de Carlos Cuadrado (vicesecretario general de Cs y el hombre que realmente maneja los hilos del partido) le ha salido por la culata porque los murcianos se adelantaron. Las alarmas saltaron cuando la presidenta del Senado y parlamentaria madrileña, la socialista Pilar Llop (suena con mucha más fuerza que Ángel Gabilondo para liderar un hipotético Ejecutivo progresista), no se encontraba en la Cámara, así como muchos de sus compañeros. Blanco y en botella. ¿Se puede ser más malo? Ahora sí que te digo que Ciudadanos está muerto. Va a pasar del naranja al magenta (UPyD)», señala el exdirigente liberal, que sigue teniendo muchos contactos dentro del partido, los que sobrevivieron a la gran purga que se produjo el verano pasado, meses después de que Inés Arrimadas se alzara con el liderazgo del partido.
¿Pero cómo se ha llegado hasta aquí? Muy sencillo. La tendencia a la caída de Cs en las tres últimas citas electorales -Galicia, País Vasco y, sobre todo, Cataluña-, unido al clamor de gran parte de las bases y no pocos barones de que rodaran las cabezas de Cuadrado y su brazo derecho, José María Espejo, vicesecretario general adjunto, ha hecho que la formación liberal haya dado un golpe encima de la mesa para revertir la situación. Omejor dicho, para sobrevivir. Tanto el partido como los sargentos, como se conoce en Alcalá 253 a los dos dirigentes, que forman un triunvirato con Arrimadas.
El planteamiento es claro:si el partido nació para regenerar las instituciones, no tenía sentido apoyar a un partido con muchos años en el poder. Esta fórmula se aplicó con éxito en Andalucía, que pedía a gritos un cambio, pues un PSOE lastrado por sus escándalos de corrupción llevaba tres décadas al frente del Ejecutivo regional. Por eso mismo respiran aliviados el vicepresidente Juan Marín y el presidente Juanma Moreno.
‘Bisagra’
A esto hay que añadir otro detalle. Nadie duda de que Vox crecerá en próximos comicios a costa del PP, por lo que no es lo mismo recibir su apoyo fuera de los Gobiernos que ser bisagra de él, algo que conduciría a su muerte política. En este sentido, es más ventajoso ser la muletilla de un PSOEque puede hacer mucho daño a Podemos.
Constituye esta operación, fallida a todas luces (el gran objetivo era Ayuso), un cambio de táctica que supone declarar la guerra al PP. Los días de vino y rosas (o magenta) y del España Suma pasaron a mejor vida. Yes que los populares habían invadido demasiado espacio de centro y Cs se ha tenido que escorar un poco más a la izquierda.
Caras largas en la sede central
Los whatsapp se multiplicaban ayer por la mañana en la sede central de Ciudadanos. Pero en silencio o vibración. Y no solo en la planta noble, la quinta (la sexta es la de reuniones de la Ejecutiva). Mucho más en las otras, la de los cargos intermedios y técnicos. Aparte de ver qué estaba sucediendo con su formación en Madrid y Murcia, muchos se preocupaban por el futuro de sus compañeros... y de ellos mismos. «Estoy alucinando, ¿alguien me puede explicar lo que está pasando? Estoy enchufada al Ferreras», comenta un cargo.
Mientras, otro recuerda cómo se despidió a muchos hace algo más de un año (entre abril y mayo) por los malos resultados en las generales y cómo otros se salvaron siendo recolocados en la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento. «¿Y ahora qué será de ellos?», se pregunta.
No muy lejos de allí, una mujer que trabaja en el Gabinete del expresidente de la Comunidad de Madrid Ángel Garrido, hasta ayer consejero de Transporte, no puede evitar su preocupación ante su despido: «Se hará lo que se pueda». Y es que había pedido la excedencia para ganar un «sueldazo».