La firma medinesa Aduriz Distribución se hizo con el control del suministro de electricidad en el área de Las Machorras en 2010, donde hasta entonces operaba el gigante Iberdrola. Desde entonces, crece el descontento entre los vecinos, segundos residentes y empresarios, porque muchos se encuentran con la exigencia de realizar inversiones de entre 10.000 y 20.000 euros, si quieren elevar la potencia eléctrica de sus cabañas de los 1,1 kilovatios (kW) que se instalaron en los años ochenta a los 3,3 kW necesarios hoy día para una calidad de vida digna. Los afectados y el alcalde pedáneo, Roberto Ortiz, claman por la búsqueda de soluciones que les eviten estos desembolsos económicos y potencien el desarrollo de la bella zona pasiega.
Pero la compañía responde con la normativa, que en terreno rústico obliga a los propietarios a afrontar los costes de dotar a sus viviendas del servicio de suministro de electricidad. E invita al Ayuntamiento de Espinosa de los Monteros a recalificar como urbano el suelo o involucrarse en la inversión en infraestructuras para dotar de suficiente potencia eléctrica a la zona. Ortiz ve «inviable» la posibilidad de convertir en urbanos los miles de metros cuadrados por donde se diseminan las cabañas pasiegas y pide «colaboración» a Aduriz «para que entre todos busquemos soluciones a través de fondos europeos o de apoyo en la Junta de Castilla y León». «No digo que lo tenga que pagar todo la empresa, pero en ningún caso lo tienen que asumir los vecinos», añade el alcalde, quien ve como muchos posibles nuevos pobladores «se han escapado a Vega de Pas o San Roque en Cantabria, donde parece que no tienen este problema».
Hasta la llegada de Aduriz Distribución, los vecinos aseguran que Iberdrola proporcionaba potencias de 3,3 kW sin desembolso alguno. Nuevos pobladores llegados en torno al año 2000 lo confirman a DB. Pero la nueva distribuidora pone el límite en 2,3 kW, alegando que hasta esa potencia puede llegar para mantener la calidad del suministro. Óscar Ortiz comenzó hace cuatro años a arreglar una cabaña en la parte baja de La Sía, cerca del pueblo de Las Machorras. Como otros se tuvo que conformar con 2,3 kW, a pesar de insistir en los 3,3 kW. Tuvo que olvidarse de una placa vitrocerámica, del horno y de unos cuantos 'lujos' más.
Las distancias. Otros tienen menos suerte y solo pueden optar a 1,1 kW. La empresa afirma que están en «puntos de elevadísima longitud de red», alejados. Pero hay quien está en puntos bajos de los puertos y no puede optar a más potencia sin desembolso. La empresa les exige que tomen la electricidad de las líneas de media tensión, lo que conlleva inversiones en postes, cableado y un centro de transformación que reduzca de nuevo la electricidad a baja tensión para poder llegar a su hogar. La distancia de las viviendas al punto de suministro en baja tensión parece la clave, pero los problemas se reproducen incluso en el barrio de Beroluncho, a apenas 100 metros del casco urbano de Las Machorras, con dos bares y consultorio médico.
El alcalde pedáneo recuerda que Aduriz pidió autorización para trasladar un Centro de Transformación «con el compromiso de que habría más potencia, pero no vemos las mejoras porque con los vecinos todo son problemas». Tampoco comprende el regidor que Aduriz argumente que las líneas de baja tensión ya no son suficientes para nuevos usos residenciales que se están dando a las cabañas, cada vez menos ganaderas. Ortiz calcula que se habrán reformado un centenar en los últimos 20 años, pero entiende que su consumo no es excesivo, porque se ocupan fines de semana y verano y «no todas a la vez». Al mismo tiempo, las explotaciones ganaderas prácticamente han desaparecido y con ellas sus consumos. Los que resisten cuentan que han de apagar el tanque de frío si quieren poner en marcha la ordeñadora, porque no pueden subir de 3,3 kW.
Cuando se quiere convertir una cabaña en un alojamiento turístico, como le ocurre a otro empresario pasiego que prefiere mantener el anonimato, los problemas son mayores aún, porque en su caso quiere dotar de 3,3 kW a cada uno de los dos pisos de la cabaña -en una zona baja-, al ser dos viviendas independientes. «A los turistas no se les puede decir que no usen la lavadora con agua caliente o que no hay lavavajillas», lamenta este vecino que reformó hace cuatro años la cabaña y no puede abrir el negocio. Un restaurante de la zona también quiere subir la potencia, porque solo puede tener horno y cocina de gas y menos arcones congeladores de los que quisiera. Pero sobrevive con 3,3 kW.
Aurelio Fernández y Olga Escudero | Afectados del barrio de Beroluncho
«Antes vivían con agua fría y 4 luces, pero esto no es calidad de vida»
Lo intentaron en 2019, pero desistieron. Cuatro años después Aurelio Fernández y Olga Escudero han vuelto a solicitar a Aduriz Distribución mayor potencia para su casa, ahora con 1,1 kW. La respuesta de la compañía para el aumento de potencia solicitado ha sido la misma. Les costaría cerca de 20.000 euros. No lo comprenden y no se resignan, por lo que han presentado una reclamación ante el Servicio Territorial de Industria de la Junta y planteado su caso ante el Ayuntamiento de Espinosa.
Llevan doce años viviendo en el barrio de Beroluncho, primero cuidando de los padres de Aurelio hasta que fallecieron y después disfrutando del que Olga considera «el mejor lugar en el mundo». «Me encanta esta vida, la huerta, las gallinas, nuestros gatos, nuestros perros...», describe. Pero lamenta como la falta de potencia en el suministro de electricidad está dando al traste con ella. «Mis padres vivían con una lavadora de agua fría, un frigorífico y 4 bombillas. No había más. Pero ahora no es calidad de vida», dice Aurelio, quien ha pasado años reformando la cabaña tras sufrir un incendio en 2018.
Diagnosticada de apnea hipoapnea, Olga necesita de un respirador para descansar. Pero cada noche salta el automático y hay que desenchufar algún frigorífico para que el aparato pueda seguir funcionando. Esa interrupción en el sueño la paga con un descontrol que le impide mantener un ritmo de descanso adecuado.
Apostaron por instalar placas solares fotovoltaicas, una inversión tan elevada como la que ahora les exige Aduriz, pero con la que aspiraban a ser autosuficientes y a la vez resolver el problema. La realidad del mapa solar de Las Machorras, con aprovechamientos medios anuales por debajo del 20% de la potencia instalada, hace que, a pesar de sus 8 kW no lleguen a 1 kW en días fríos y nublados. En invierno la producción de las placas es mínima y la vida se les complica. «Mi hija mira si hace sol para lavarse la cabeza, porque no podemos enchufar un secador», lamenta Olga, quien apela a sus necesidades «por salud».
La artritis reumatoide que ya muestra secuelas en sus manos y sus piernas podría avanzar tanto que teme necesitar un elevador para subir al piso superior, donde están los dormitorios. Sería imposible que funcionara ahora.