El Burgos perdona y regala en Zorrilla

Roberto Mena / Valladolid
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El conjunto blanquinegro acaba goleado en el duelo regional después de perdonar en el área contraria y regalar en la propia. El equipo tuvo fases de buen juego, pero le faltó acierto en el último tercio del campo

Caras de resignación en los jugadores del Burgos CF tras uno de los tres goles encajados ayer en Zorrilla. - Foto: Jesús J. Matías

La fiesta fue pucelana. El Burgos puso en bandeja el triunfo al Real Valladolid, que goleó para alegría de su parroquia. Si perdonas en el área rival y regalas en la propia lo lógico es lo que le ocurrió al Burgos en tierras vallisoletanas. Mister Hyde volvió a devorar al Doctor Jekyll y ese esperado punto de inflexión que perseguía el combinado burgalés se fue al limbo. El Burgos ha dejado su portería a cero en sus tres últimos partidos en casa y ha encajado siete goles en los mismos encuentros fuera. La diferencia es abismal y explica esas dos caras que muestra el conjunto de Jon Pérez Bolo en este inicio de campaña.

Le llegó el primero a los seis minutos después de poner una alfombra roja a Marcos André, que aprovechó un despeje para plantarse solo ante Caro. Encajó el segundo en un saque de esquina directo y en el 67 le llegó la puntilla.
Lo positivo es que el miércoles hay un nuevo partido de Liga -en El Plantío ante el Leganés a las 21,30 horas-, por lo que la escuadra burgalesista tendrá la oportunidad de resarcirse de una derrota dura y de las que escuece.
Entre gol y gol de los blanquivioletas el cuadro burgalesista tuvo buenos momentos de juego y pudo haber marcado algún tanto que hubiera cambiado el rumbo del choque, pero perdonó con el 1-0 y con el 2-0, lo que hizo imposible soñar con un resultado positivo.

La primera, en la frente. Como ya le ocurriera en Albacete, el Burgos recibió la primera bofetada en los primeros compases del choque. Marcos André ganó la partida a los centrales blanquinegros para plantarse solo ante Caro. Superó al guardameta con una vaselina que el arquero onuvense llegó a tocar, pero no lo suficiente como para evitar el gol.

A la escuadra de Jon Pérez Bolo le tocaba otra vez remar contracorriente y trató de rehacerse de inmediato. Herido en su orgullo dio un paso adelante y fue Borja el que protagonizó una buena llegada por la derecha en el minuto 11, aunque Espiau no llegó al remate.

(La crónica completa y las fotografías de la afición blanquinegra, en la edición impresa o aquí)