Aislados bajo el 'efecto champiñón'

P.C.P. / Orbaneja Riopico
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Los vecinos de la urbanización de Orbaneja Riopico esperan la fibra desde hace años, apenas tienen cobertura por la sombra de una antena ni pueden instalar parabólicas por el aeropuerto

Un grupo de vecinos de esta urbanización, con mayoría de familias jóvenes con niños, se concentró hace unos días para exigir soluciones. - Foto: Patricia

«Solo nos falta un embalse», ironiza una de las residentes en las 75 viviendas de la urbanización que se construyó en 2008 al otro lado del casco urbano de Orbaneja Riopico y que se ha quedado en Villa Atraso, pese a estar rodeada de las grandes infraestructuras propias de una megaurbe. Aeropuerto, circunvalación, puerto seco, autopista, ferrocarril, polígono industrial... De todo menos unas telecomunicaciones del siglo XXI.

La fibra óptica llegó al pueblo el año pasado, donde viven menos personas que en esta zona residencial, con un elevado porcentaje de niños y jóvenes que padecen inmensas dificultades en su día a día, tanto el de los colegios e institutos como en lo que respecta al ocio y a las relaciones interpersonales, hoy día centralizadas en los teléfonos móviles e internet. Aquí la esperaban para agosto, pero el verano pasó y el otoño vuela sin que tengan noticias del despliegue de Telefónica en su urbanización. 

Hace meses les cortaron el ADSL, que a pedales y caro, pero algo ayudaba, y del 4G móvil tampoco pueden tirar mucho, porque «la cobertura es muy mala», debido a lo que los técnicos les han explicado que llaman el 'efecto champiñón', sufrido por quienes se encuentran justo debajo de una antena. «Yo me he cambiado de compañía de teléfono 4 veces y no mejora», explica otra de las residentes en Orbaneja Riopico. 

«Pagamos demasiado», resumen, por un servicio deficitario. Con dos líneas de teléfono y un internet 4G en el domicilio al que no pueden conectarse dos dispositivos a la vez -«la impresora y el ordenador no van juntos», la factura dobla lo que pagarían con las ofertas básicas de fibra. Para colmo, «no puedes poner una parabólica en el tejado» por las servidumbres del aeropuerto.«Tenemos una escuela de pilotos al lado de casa pero vivimos aislados», denuncia este grupo de vecinos. 

Para ver el fútbol tienen que cruzar al bar del pueblo, donde también se ha habilitado un aula para los estudiantes que quieran usar internet, aunque esa solución no resulta práctica, pues tendrían que dejar sus quehaceres para acompañarlos. «Ya no es ver la televisión, son las tareas de los niños, el teletrabajo o, simplemente, pedir una cita en el médico», enumeran. Todo lo relacionado con las telecomunicaciones lo perciben como una pesadilla.

«El año de la pandemia fue el peor que recuerdo», afirma una madre de familia. 
En estas conversaciones y en alguna de las pancartas de protesta que rodean a la urbanización se señala al alcalde como culpable, aunque Jesús Manrique se defiende y asegura que el Ayuntamiento se limita a facilitar a la compañía los trámites, que se han multiplicado hasta ahora sin éxito. «Está complicado. Qué más quisiera yo que decirles que para fin de año lo tienen, pero lo veo difícil», asume.

Explica Manrique que el despliegue desde Villafría se frustró por la cercanía del aeropuerto, que tiene una zona de exclusión de 500 metros, el del puente de la autovía y el de Adif por su elevado coste, que la operadora no está dispuesta a asumir, y el plan para utilizar caminos públicos porque la propietaria de la única finca privada se ha negado a que pase por allí. Y ahora están intentando traerla desde Castañares, pero tampoco lo ve fácil y asume que le lloverán más críticas. «Yo soy el que me llevo las tortas pero tengo que aguantar el chaparrón. No puedo hacer nada más. ¡Qué más quisiera yo que meterles la fibra ya!», exclama resignado. 

Asegura que si la dueña del terreno particular les diese permiso, «mañana mismo» podrían empezar las obras pero que no da su brazo a torcer.
Mientras, en la urbanización se sienten desasistidos.«El alcalde ya ni nos viene a ver», se quejan. Hace varios años llegaron a ofrecerse para con las aportaciones económicas vecinales tratar de agilizar el despliegue de la fibra óptica.Pero parece que el dinero no lo puede todo en Villa Atraso.