La alerta social en Burgos disuade la llegada de expoliadores

L.M. / Burgos
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El Seprona destaca el alto grado de concienciación de los burgaleses, lo que ahuyenta a bandas profesionales que antaño llegaban del sur de España en búsqueda de tesoros bajo el suelo

Alberto Colinas, del Seprona (i.), junto a Roberto Saiz (Junta), Susana Díez (alcaldesa) y Pedro de la Fuente (Gobierno). - Foto: Patricia

La provincia de Burgos es un inmenso yacimiento arqueológico que mezcla todo tipo de culturas, pueblos, civilizaciones y épocas. Raro es el municipio que no cuenta con un bien de interés cultural que explique el origen de la localidad o de sus costumbres. Esta casuística que rodea a los más de 1.200 pueblos era antaño un foco de atracción para los expoliadores profesionales de patrimonio.

Ni cortos ni perezosos, cargaban en furgonetas o coches los detectores de metales, las azadillas y las palas y se desplazaban desde el sur de España -principalmente Andalucía- en búsqueda de objetos valiosos ocultos en el subsuelo burgalés. Sin embargo, tal y como explicó ayer el teniente del Seprona, Alberto Colinas, la situación ha virado ahora 180 grados y la presencia de estas bandas es prácticamente testimonial. «Como hay más conciencia entre los vecinos detectamos más avisos. Burgos no es una provincia segura para este tipo de grupos», destacó durante la celebración de una jornada informativa sobre expoliación del patrimonio en el medio rural.

Colinas destacó el aumento exponencial del grado de sensibilización de los ciudadanos con respecto al robo de todo tipo de tesoros que se hallan bajo tierra. Este cambio de mentalidad en comparación con hace unas décadas avala que el número de llamadas que llegan al 062 alertando de posibles delitos haya aumentado. «Si ves cualquier cosa rara... no dudes, llama», insistió repetidamente el teniente.

Con las bandas profesionales en fuera de juego, al menos en lo que al territorio provincial se refiere, el Seprona centra ahora su acción de vigilancia en los 'piteros' -conocidos así en el mundo de los expoliadores por el sonido que hacen los detectores de metales que emplean- ocasionales o en los «falsos eruditos» que se creen que no hacen daño a nadie. Las multas previstas para este tipo de infracciones, advirtió Colinas, van desde los 10.001 hasta los 200.000 euros.

Tarea. A la jornada acudieron tanto el subdelegado del Gobierno, Pedro de la Fuente, como el delegado territorial, Roberto Saiz. Este último reconoció que el patrimonio es «un potencial instrumento de crecimiento» para el medio rural mientras que el primero agradeció la labor que la Guardia Civil, en especial el Seprona, realiza para evitar este tipo de delitos. Por su parte, la alcaldesa de Pradoluengo, Susana Díez, que ejerció de anfitriona en el teatro Cinema Glorieta, se mostró orgullosa de que en muchas ocasiones sean los vecinos quienes se revuelven contra los saqueos.