Forman parte del paisaje cultural de esta inmensa y rica provincia, y constituyen un valioso patrimonio, un tesoro a veces semiescondido que la despoblación o la intensificación agroganadera impulsan peligrosamentre a la desaparición. Pero están, existen, y nada mejor para su conservación que localizarlos e inventariarlos. Hablamos de los colmenares, que además de extendidos a lo largo y ancho de una provincia que siempre ha sido apícola, tienen una propia y muy singular arquitectura. Desde hace dos años, la Fundación Oxígeno trabaja en identificar y datar estas construcciones, y en apenas dos años ha conseguido elaborar un mapa con nada menos que 500 ejemplos de este patrimonio.
El objetivo de esta iniciativa, que aún se mantiene activa y que espera la colaboración de voluntarios que contribuyan a la misma con informaciones sobre localizaciones de estos colmenares, es preservar tan ingente patrimonio cultural y natural apícola tradicional del medio rural de la provincia de Burgos «por respeto y homenaje a quienes antes que nosotros, trabajaron, aprendieron y cuidaron de este territorio, de la naturaleza que ahora disfrutamos y que no siempre tratamos bien». Buena parte de estas construcciones datan del siglo XIX, y posiblemente las haya anteriores. Desde la Fundación Oxígeno que dirige Roberto Lozano siempre recuerdan que la importancia «cultural, económica y polinizadora era enorme, ya que las abejas eran capaces de producir miel y cera, dos materias primas muy apreciadas por la sociedad de aquellos momentos. Por todo ello, era muy frecuente que muchas familias tuviesen varios 'pies de colmenas', bien dentro de la propia vivienda, bien en el campo o en huertas, bien en pequeñas edificaciones construidas para tal fin, las llamadas hornilleras, verdaderas estaciones polinizadoras esenciales para mantener la biodiversidad».
Juan José Asensio, integrante de la Fundación Oxígeno que más se ha pateado la provincia, se encuentra muy satisfecho con el resultado obtenido, si bien es consciente de que aún existen más colmenares y hornilleras. «Pretendemos llamar la atención sobre este patrimonio y a la vez registrarlo. En otras provincias hay publicaciones sobre este tipo de arquitectura, pero en Burgos no había nada hasta ahora», explica Asensio, quien asegura que buena parte de estas originales construcciones se hallan en serio riesgo de desaparición y derrumbe, mientras que otras han cambiado de uso. Las pocas que mantienen actividad, subraya Asensio, son un lujo e incluso considera que pueden ser un reclamo turístico importante, toda vez que muchas se encuentran situadas en zonas en las que la despoblación, el abandono y el olvido campan a sus anchas. «De las que no están en uso hay un alto porcentaje que podría recuperarse, aunque no sea para la función apícola», apunta.
Desde la Fundación Oxígeno consideran que todavía se está a tiempo de preservar este ingente y rico patrimonio etnográfico, por más que buena parte de él esté en ruina, o casi, y confían en seguir avanzando con este inventario comunitario, participativo y popular que tiene como objetivo la cultura tradicional apícola burgalesa, las abejas, las colmenas, la miel y la arquitectura rural ligada a este antiquísimo oficio.
Arquitectura popular. Desde la Fundación Oxígeno señalan que uno de los primeros documentos escritos en los que se recoge la importancia que la apicultura tuvo en la provincia de Burgos se halla en el Catastro de la Ensenada (año 1749), donde se cita por primera vez la expresión 'pies de colmenas' refiriéndose a los dujos, cuezos u hornillos, inventariando así lo que había en cada pueblo y señalando que es en el norte de la provincia (que tiene menos zonas de cultivo por ser en su mayoría valles y tener terrenos escarpados) donde el oficio de las abejas tenía una mayor importancia y tradición. En aquel entonces, y llegando hasta nuestros días, el manejo que se hacía de las abejas era muy sencillo, se capturaban enjambres salvajes en primavera, se metían en un tronco hueco con tapa y se esperaba a recolectar la miel, realizando también labores de reparación de los dujos, de siega de la zona de entrada de las abejas, etcétera.
Todas estas construcciones están orientadas al sol. Incluso aquellas más llamativas, en las que se aprovechaba el saliente de una roca en una altura, caso de la hornillera que se enclava en una alta peña en Quintanilla del Agua. En zonas como la comarca de Sedano se conservan muchas construcciones, toda vez que se dan en ella muy bien los frutales, que facilitan a la polinización. Era economía circular. Para la Fundación Oxígeno, este inventario tiene otro reto: llamar la atención de administraciones como la Junta de Castilla y León para que «se valore como un patrimonio material a conservar, y que los propios ayuntamientos regulen este tipo de construcciones y sean protegidas».
¿Qué se busca? Este Inventario Popular sobre la Arquitectura Tradicional Apícola para la Biodiversidad de la provincia de Burgos sigue abierto. Quienes quieran contribuir a incrementarlo han de rellenar una ficha aportando información precisa sobre el lugar y las características de la hornillera o los dujos o cuezos de turno. Toda la información se encuentra en la web www.abejaspaisajecultural.org. El colmenar tradicional en la provincia de Burgos tiene como unidad básica el 'dujo' (del latín dolium, vasija) llamado así en Las Merindades, Treviño y la Bureba; también llamado 'cuezo' en la Sierra de la Demanda y algunas zonas de las Riberas del Duero y Arlanza (posiblemente por el ruido del enjambre, similar a una olla cociendo); o bien denominado 'hornillo' (por el calor generado en su interior por las abejas) en localidades de Las Loras y Tierra de Campos.
Los colmenares tradicionales de Burgos se clasifican en tres tipos: aquellos cuyas colmenas (cuezos, hornillos o dujos) se encuentran en el interior de una pequeña edificación construida expresamente para este fin, las hornilleras; aquellos en los que los hornillos, dujos o cuezos están dentro de alguna edificación construida no sólo para tal fin, tales como viviendas, pajares, etc.; y aquellos colmenares cuyos dujos, hornillos o cuezos están directamente al aire libre, casi siempre dentro de un 'corral'.