Las huellas que no cesan

ANGÉLICA GONZÁLEZ / Burgos
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Aparecen en Burgos los dibujos originales de Rosario de Velasco para el libro 'La bella del mal amor', el segundo que escribió María Teresa León y que fue publicado en 1930 por la Editorial Santiago Rodríguez

Una de las ilustraciones originales de Rosario de Velasco para el libro de María Teresa León, que conserva una familia burgalesa.

En el año 1930, cuando María Teresa León ya no vivía en Burgos y su vida había dado un giro de 180 grados al divorciarse de su primer marido e iniciar una relación con Rafael Alberti, no dudó en recurrir de nuevo a una imprenta de la ciudad, Hijos de Santiago Rodríguez, para que publicara su segundo libro, una recopilación de cuentos que tituló La bella del mal amor y en la que se hizo acompañar, otra vez, por la pintora Rosario de Velasco. Las dos jóvenes habían colaborado un par de años antes en el debut literario de León y sus Cuentos para soñar, que fueron exquisitamente ilustrados por la precoz pintora que sería, a la postre, uno de los nombres importantes que conformaron la lista de Las Sinsombrero, el grupo de mujeres artistas que compartieron espacio público y actividad intelectual con los varones de la Generación del 27 y que durante años fueron silenciadas y su obra, olvidada.

La bella del mal amor son relatos que hablan de la familia, la maternidad, la honra y la tragedia y que tienen un tema común, las consecuencias para las mujeres de los matrimonios fallidos, aquellos en los que una no se encuentra lo que esperaba. Algo de eso sabía la autora de los textos, que no pocos sinsabores sufrió en su relación con Gonzalo de Sebastián, lo que le costó, a la postre, la separación durante años de sus hijos. Para las páginas en las que se desgranaban estas relaciones problemáticas, Rosario de Velasco elaboró unos delicados dibujos en los que se puede ver a diferentes y estilizadas mujeres enfrentadas a diferentes penas y a duras realidades. Casi un siglo después nada se sabía del destino de aquellos originales. Hasta hace unos días.

Toya Viudes, la sobrina-nieta de la pintora, que lleva años reivindicando su figura, recopilando su obra desperdigada en colecciones particulares y reivindicando para ella el lugar que se merece en la historia española del arte, anunció hace unos días en sus redes sociales que habían aparecido en Burgos envueltos en hojas de periódicos de la época y extraordinariamente bien conservadas por su propietario. Las huellas de Rosario siguen muy presentes y no paran de dar alegrías a quienes aprecian su obra, que después de ser expuesta en el Museo Thyssen, con gran afluencia de público, ahora se encuentra en el de Bellas Artes de Valencia. 

Las huellas que no cesanLas huellas que no cesan

«Los originales de La bella del mal amor nunca se expusieron, como otras obras de Rosario. Ella los pintó, los dejó en la editorial y hasta hoy», comenta Viudes, fascinada aún por el recorrido de la obra de su tía-abuela y pendiente de que los frescos de su autoría en la iglesia de Las Machorras, que también se creían desaparecidos, reciban ayuda pública para ser restaurados: «Aún no sabemos nada».

El pasado verano se conoció que aquellas figuras que estaban detrás del altar de la parroquia, aunque en muy mal estado, seguían vivas. Nadie había sido consciente de que su autora fue uno de los nombres más relevante del arte contemporáneo en España durante la Edad de Plata y más en concreto, dentro del estilo de la llamada 'nueva objetividad' o 'regreso al orden'. La búsqueda de Toya Viudes en los medios de comunicación hizo que un vecino la oyera y diera la voz de alarma.