Fue un impacto brutal, tal y como lo recuerdan las personas que fueron testigos del accidente de tráfico que en la mañana del pasado domingo, 12, alteró la tranquilidad de la Avenida de Cantabria. Según quien lo presenció, un vehículo marca Toyota embistió por detrás a otro, un BMW, que se encontraba parado en el semáforo -en rojo en ese momento- a la altura del cruce con Reyes Católicos, y lo hizo con tal fuerza que lo desplazó hasta provocar que se empotrara en uno de los árboles de la acera, entre el paso de peatones y el carril bici. Además, se alcanzó a un tercer coche que se encontraba en el carril izquierdo, también esperando al cambio a verde. Como consecuencia del siniestro resultaron heridas seis personas, algunas de gravedad, entre las que se encontraba una mujer de 56 años que terminó falleciendo el martes de la semana pasada, tras ocho días ingresada en la UCI del Hospital Universitario de Burgos.
Su familia ha denunciado ahora el trato que han recibido por parte de las autoridades ecuatorianas, que, según explica un portavoz, ha puesto todo tipo de trabas burocráticas para repatriar su cuerpo al país para recibir allí sepultura como era su deseo. Al no ser posible, fue enterrada en Burgos el pasado viernes por la tarde, «para no alargar más la situación que les está afectando de gran manera», según indica una voz autorizada por los hijos, que no han querido hacer declaraciones.
Respetando su voluntad, los hijos iniciaron los trámites con el consulado de Ecuador en Bilbao para repatriarla y que recibiera allí sepultura. Enviaron la documentación requerida y la respuesta que recibieron fue que no podían aceptar la partida de defunción porque en ella aparecía que su estado civil era divorciada, pero en el Registro Civil ecuatoriano estaba registrada como casada, y que ante tal divergencia no se podía seguir adelante (...).
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