Lo que me gusta de Vela Zanetti es que pinta básicamente temas que tienen que ver con la gente, con los campesinos y el pueblo. En República Dominicana hay mucha obra de paisaje -y demasiado recurso del flamboyán, un árbol que se da por aquí y empiezan pintando todos los artistas jóvenes-. Pero a mí eso no me gusta. Vela Zanetti hace otra cosa, es una pintura más fuerte y robusta, con temperamento».
Marcelino Fernández es un asturiano que emigró en 1965, con 16 años, a la República Dominicana, donde tiene sus inversiones y ha hecho su vida. «En mi familia siempre ha habido emigrantes. En Puerto Rico estaba mi padrino y luego tenía un tío aquí, en Dominicana. Así que me vine a trabajar para ayudarle en su tienda», recuerda emocionado porque, dice, nunca ha dejado de sentirse «muy español» y por eso mantiene con orgullo la nacionalidad.
El empresario admira tanto la obra del pintor de Milagros que hace cuarenta años empezó a coleccionarla. «Yo entonces era un jovencito que soñaba con tener alguno de sus cuadros. Había visto su obra en oficinas públicas (Vela Zanetti se había exiliado a ese país en 1939, huyendo del franquismo, y residió allí hasta 1957, cuando se trasladó a México. Para entonces había pintado un centenar de murales en la isla, decorado el interior de la iglesia de Nuestra Señora de la Consolación -considerada la capilla Sixtina del Caribe- y hecho el mural de la ONU en Nueva York). Recuerdo que lo primero que hice fue dirigirme a él en uno de mis viajes a mi pueblo, Pola de Allande, donde acudo todos los años. Quise llamarle por teléfono a Milagros, pero no me atrevía por aquello de la excentricidad de los artistas, y pedí a mi cuñado que lo hiciera por mí. Le preguntamos si tenía obra disponible y nos dijo que no, que estaba con un par de encargos y que por su edad ya no producía demasiado», repasa.
Era un jovencito cuando me interesé por coleccionar su obra, que había visto en oficinas públicas de la isla»
Fue entonces cuando empezó a adquirir su obra en la isla. Desde entonces se ha hecho con una colección de más de ochenta cuadros, de los que la gran mayoría corresponden a los años 40 y 50 y casi todos fueron pintados en la República Dominicana, aunque también cuenta con alguno adquirido en nuestro país. El empresario conserva esa obra en su casa de Santiago de los Caballeros, a unos ciento cincuenta kilómetros de Santo Domingo.
desconocida en España. Marcelino Fernández posee al mejor Vela Zanetti de caballete de la etapa dominicana, una obra que apenas se ha visto en exposiciones y que se desconoce totalmente en España. Es una pintura, por otro lado, certificada por la Galería Ángeles Penche, que desde hace décadas se encarga de autentificar la obra del pintor del que este año se cumplen los veinticinco años de su muerte.
En esta enorme colección, la más importante de esa etapa, hay bodegones, paisanas de la isla portando objetos en la cabeza, campesinos descansando tras una jornada agotadora, obreros en plena faena, escenas religiosas, estampas donde refleja a la clase obrera, el sufrimiento y la dignidad humana, cuadros protagonizados por hombres y mujeres rurales que poseen grandes extremidades y unos rasgos muy marcados, y que están pintados desde ese expresionismo simbólico tan reconocible. «Me gusta esa forma rústica que tiene de pintar las figuras campesinas con esos enormes brazos», afirma.
No tuve trato personal con él. Una vez le llamé a Milagros a través de mi cuñado por si tenía obra disponible»
Aunque la colección más importante que tiene es la de Vela Zanetti (1933-199), Marcelino Fernández dispone también de obra de su mejor alumno en Dominicana, Jacinto Domínguez: «Tengo un cuadro de un hombre con un gallo que todo el mundo cree que es de Vela Zanetti».Y posee además obra del gallego Eugenio Granell, que se hizo pintor durante su exilio en la isla. «Era un gran pintor en formatos pequeños. El más grande que tengo debe tener 75 centímetros por un metro. Todos los demás son más pequeños».
Pero sin duda su tesoro es la obra dominicana de José Vela Zanetti que solo pueden admirar quienes acuden a su casa. «Nunca he hecho una exposición con la colección», asegura mientras se emociona al preguntarle si tiene intención de regresar a España o que su colección cruce el charco. «En volver no he pensado. Aunque me siento tan español como cualquiera, mi vida está aquí».Y su colección también.