«Nunca en la vida he reñido con nadie»

ANGÉLICA GONZÁLEZ / Burgos
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Nori Fernández estrenó los 100 el jueves. Peluquera durante años, vive sola, cocina, se arregla, sale a diario y está llena de energía

Nori Fernández, el pasado viernes en su casa, al día siguiente de su cien cumpleaños. - Foto: Alberto Rodrigo

En la casa de Nori huele a gloria. Hace apenas unas horas que cumplió nada menos que cien años y las personas que la quieren -que son muchas- le regalaron varios centros de flores que han convertido su salón en un jardín. También llegaron jabones, colonias, chocolate... y besos y abrazos. El 18 de abril fue muy especial para esta mujer, de la que nadie diría que ha cumplido una edad tan provecta. Recibió «más de cien llamadas de teléfono, hasta de Estados Unidos» y no solo su familia se volcó con ella sino que también recibió un homenaje de buena mañana, y tras la misa a la que acude todos los días, en la Sagrada Familia. «El cura dijo que de mayor quería ser como yo», cuenta, muy sonriente y sentada al lado del ventanal desde el que cuando sus múltiples actividades se lo permiten le gusta ver pasar la vida y escuchar el ajetreo de la calle. 

Lleva el pelo impecable, que ella misma se arregla, pues no en vano fue peluquera durante décadas, un oficio que empezó a ejercer en su localidad de origen, Moneo, desde la que iba en bicicleta a peinar a las mujeres de los pueblos de al lado cuando era apenas una cría. «Aprendí en la barbería que tenía uno de mis hermanos y luego fui a Madrid a sacarme el título y siempre tuve peluquería en casa», recuerda.

Su salud es fantástica. Solo toma una pastilla para la tensión, se permite de vez en cuando un vermú y comer con un poquito de vino y sigue siendo muy autónoma apoyada en su andador. Vive sola aunque nunca le faltan visitas de hijos, nietos y biznietos, cocina de maravilla (para la comida de su cumpleaños preparó una ensaladilla rusa que le salió fantástica), va a la compra y no solo por el barrio sino que se atreve a acudir a una gran superficie «y venir muy cargada», siempre va muy arreglada, manicura incluida, y rebosa energía.

Nori es ahora, a los cien años, como cuenta que fue siempre: activa (hasta hace no mucho tiempo ha nadado en la piscina y conducía su coche hasta Villasur de Herreros, el pueblo en el que tiene una casa y donde es muy conocida), comprometida con los demás (ha acompañado a enfermos a Lourdes durante décadas, ha dado a clases a niños como voluntaria) y con inquietudes artísticas (ha hecho teatro hasta hace bien poco, ha formado parte de varios coros y le ha gustado bailar sevillanas). También buena persona, abierta, cariñosa y muy sociable: «Nunca en la vida he reñido con nadie en este mundo. Creo que no tengo enemigos».