Juay es artista. Ejerce profesionalmente desde 2020, pero lo es desde el día que nació. Porque artista se nace. Luego se hace. Se van eligiendo caminos, estilos y formas, pero hay que nacer con ello. Juan Miguel Porres es de Burgos y lleva el nombre de su ciudad orgulloso por España, y por el mundo. Porque viene de pintar en Los Ángeles. La ciudad de las estrellas. Esa ciudad de película en la que todo parece de mentira, en la que la extravagancia del cine sirve como cobijo a todo tipo de disciplinas artísticas y donde todo se concibe desde un prisma diferente.
En ese contexto, este burgalés de 32 años firmó la que es, hasta ahora, la obra de su vida. Un mural de 50 metros de largo por 12 de alto que le quitó el sueño. Como todos aquellos retos que nos suponen un esfuerzo especial. Dice que quería dejar el nombre de su ciudad lo más alto posible. Y lo dejó. Porque todas las personas que le veían expresarse con sus botes de pintura se quedaban perplejos. Cómo de una pared en blanco podía estar brotando tanta personalidad. Y tanta variedad. Y tantos motivos. Y todo tenía un sentido. Lo había estado planeando con mimo, detalle y cuidado. Como se hacen las cosas cuando de verdad se quieren hacer bien.
Ocho días de jornadas de doce horas después. Su sello más personal, colorista, alegre, divertido y como el mismo dice, con un toque cañero, se estaba fundiendo con grandes iconos norteamericanos, porque también hay que empaparse de la cultura del lugar al que se va. Y en Los Ángeles Kobe Bryant es leyenda, casi una persona de culto, a quien rendir pleitesía. No se olvidó de él y lo dejó inmortalizado para siempre. Tampoco quiso obviar al béisbol, con sus gorras, sus camisetas y todo lo que supone en la cultura de ese país.
Fue precisamente el béisbol, sin saberlo, lo que llevó a Juay, junto a su novia y al hermano de esta, a cumplir un sueño que ni siquiera se planteaba. Unos pins basados en el ADN americano acabaron viajando hasta el propietario de aquel muro en blanco que, 300 botes después, terminó siendo su obra maestra. De imprevisto, saliendo de la nada, fue una sorpresa que le cambió la vida. Hasta la fecha, Juan había expandido su arte en ciudades como Ibiza, Madrid o Burgos. En la capital madrileña ya tiene un reconocido prestigio. El festival 'CALLE' de Lavapiés le premió con el primer puesto después de dar vida a distintos lugares del barrio madrileño. En 'Pinta Malasaña' también dejó su impronta y, en nuestra ciudad, al margen de premios como el 'Grano a grano', guarda, en el museo vivo más grande, que es la calle, algunas dosis de su arte.
En la explanada del Andén 56 se respeta una de sus obras. Dibujos que se replican en zonas como la bolera o exposiciones en las que ha participado. En las piscinas de Trespaderne firmó uno de sus primeros y más ilusionantes trabajos y hoy no renuncia a nada. Vive diversificando su talento. Tan pronto pinta en un festival de música, como te diseña una camiseta o te customiza unas zapatillas. Sueña con poder crear su propia serie de animación pero no quiere ponerle límites a su imaginación.