Con crisis o sin crisis, el número de trabajadores autónomos en Aranda de Duero no para de mermar desde hace más de una década. El mes de noviembre deja un nuevo descenso hasta los 2.519 empleados por cuenta propia, según los datos del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones. De hecho, toca remontarse hasta 2011 para encontrar un noviembre con una cifra inferior de autónomos en la capital ribereña. Por aquel entonces había 2.463 afiliados al Régimen Especial de Trabajadores Autónomos. Así que el actual supone el segundo registro más bajo de los últimos 12 años.
En el sector admiten que pesan las secuelas económicas de la pandemia de covid, la crisis energética, los daños colaterales de la guerra de Ucrania, la subida imparable de numerosos costes y también el auge de las compras online. Así las cosas, se ha pasado de un máximo de 2.716 autónomos en noviembre de 2014 a los 2.519 de la actualidad. Es decir, 197 menos. Se trata de un descenso considerable para una ciudad con alrededor de 33.000 habitantes que registra un goteo incesante de cierres, sobre todo de comercios. A los carteles de liquidación que se extienden por la mayoría de barrios se suman los de clausuras inminentes por jubilaciones que no encuentran relevo.
El análisis mensual de las estadísticas del Ministerio de Seguridad Social refleja que Aranda ha vivido uno de sus peores meses de noviembre en años. Los 2.519 autónomos de 2023 contrastan con los 2.568 que había en 2022; los 2.604 de 2021; o incluso los 2.574 de 2020. Es decir, que en plena pandemia se dieron mejores registros. Pero no sólo eso. Noviembre de 2019 finalizó con 2.588 afiliados a este régimen; 2018 con 2.598; 2017 con 2.643; 2016 con 2.642; 2015 con 2.709; 2014 con los citados 2.716; 2013 con 2.645 y, finalmente, 2012 con 2.595 autónomos.
En lo que va de 2023, los datos han experimentado ligeros altibajos: de los 2.542 trabajadores por cuenta propia que había en enero se llegó a un máximo de 2.543 tanto en abril como en mayo. Sin embargo, la alegría no duró demasiado y en agosto el número descendió hasta 2.503. En septiembre y octubre remontó hasta 2.525, para volver a caer a 2.519 en noviembre.
«Lo mejor es la cercanía». En paralelo, surgen nuevos negocios que revitalizan el día a día de los barrios arandinos. Uno de estos casos se halla en Santa Catalina, donde Emil Vodicharov y su mujer Kathia han tomado las riendas del bar Perdiguero. Sus anteriores dueños habían cerrado por jubilación después de toda una vida detrás de la barra y a finales de enero llegó el relevo. Vodicharov, de 43 años, compagina esta labor con su trabajo de panadero. Admite que «es una buena paliza», pero asegura que de momento lo lleva «con alegría» y defiende que «si quieres funcionar, tienes que trabajar».
Sabe bien que la hostelería es un sector «muy sacrificado», pero con la parte positiva de crear lazos de amistad con los clientes. «Lo mejor es la cercanía, hablas con la gente y siempre estás ocupado», apunta Vodicharov, que ha 'heredado' la receta de los famosos pinchos de riñón del bar Perdiguero. De hecho, los fines de semana se multiplican los parroquianos que acuden a su establecimiento para degustar esta elaboración y otras tantas.
Mientras, el número de trabajadores autónomos en Roa de Duero se ha mantenido estable a lo largo de 2023. De los 236 afiliados en enero se pasó a un máximo de 241 tanto en mayo como en junio. Después, la cifra cayó a 233 en agosto y ha marcado el mínimo de 231 durante noviembre.