La Vía Ferrata Camino del Infierno, una ruta de escalada que plantea un espectacular recorrido por los Riscos de Peñalara, corre riesgo de desaparecer seis años después de su puesta en marcha y de haberse consolidado como un referente para los amantes de esta práctica deportiva en la provincia.
Marco Aurelio Miguel, uno de los dos escaladores burgaleses que equiparon altruistamente la vía ferrata -que permite realizar la escalada con la seguridad de ir sujeto a un cable-, ha optado por desmontar el tramo inicial de esta travesía horizontal y la tirolina de 30 metros, uno de sus principales atractivos, por discrepancias con la Junta Vecinal de Quintanilla de las Viñas, propietaria del terreno, dependiente del Ayuntamiento de Mambrillas de Lara.
El promotor informa de que la vía ferrata, de acceso libre «y sin ánimo de lucro» -solo se percibía una aportación voluntaria para mantenimiento-, lleva abierta desde 2010 con autorización del Departamento de Cultura y Medio Ambiente de la Junta, habiendo alcanzado un notable éxito entre los escaladores con gran afluencia de aficionados de toda Europa.Una situación que ha provocado «recelos» entre los responsables municipales y algunos vecinos, quienes asegura que quieren imponerle un canon económico para la actividad argumentando posibles problemas de reclamación al pueblo en caso de accidente. «Les dije que no, porque las aportaciones no dan ni para el mantenimiento y nosotros no cobramos nada por hacerla», esgrime.
Sin embargo, según el alcalde pedáneo de Quintanilla de las Viñas, Ramiro García, el problema estriba en que la iniciativa no está regularizada. «Nos hemos encontrado con que la vía ferrata estaba construida sin ningún tipo, parece ser, de permisos. La persona que se lanzó a hacerla debía haberse puesto al menos de manera previa en contacto con la junta vecinal», argumenta, negando que hayan exigido un canon y asegurando que las conversaciones mantenidas han ido siempre enfocadas a legalizar las instalaciones «y no a eliminarlas». Un ruta que considera de «alto riesgo» y que debería conllevar las autorizaciones correspondientes a actividades de turismo activo, entre ellas licencia municipal de apertura.
«La asesoría jurídica de Diputación nos dice que la licencia es competencia del Ayuntamiento. Como somos junta vecinal lo pusimos en conocimiento del Ayuntamiento y ahí se encuentra», argumenta, indicando que no se va a pronunciar sobre la posibilidad de continuidad de la actividad hasta que cumpla la normativa vigente. «Una vez completada la documentación tomaríamos una postura, si dependiera de nosotros, que tampoco somos conscientes de ello», indica.
Ante este planteamiento, Marco Aurelio Miguel, quien pensaba inicialmente que era terreno de montaña libre, optó por ofrecer al pueblo la titularidad, gestión y derechos de imagen de la ferrata, comprometiéndose a realizar el mantenimiento gratuitamente, sin haber obtenido respuesta.
Desde Quintanilla le exigen la certificación de la vía ferrata, que, pese a que el promotor sostiene que es totalmente segura, según el proyecto de una empresa especializada conllevaría un gasto de algo más de 4.000 euros. Una pelota que pasa al Ayuntamiento.
El alcalde del municipio, Jesús Ibáñez, reconoce el ofrecimiento pero asegura que aún están pendientes de estudiarlo. Confiesa que tanto el Consistorio como la Asociación Tierra de Lara están interesados en que este recurso turístico no se pierda, pero advierte de que el primer paso debe ser hablar con la junta vecinal «porque es la propietaria de la tierra». En cualquier caso pedirán un informe jurídico a Diputación «porque ni siquiera sabemos si podemos asumir una instalación así».