En el Valle de las Caderechas existe un proverbio que alienta a los agricultores en los periodos de vacas flacas y que seguramente sirvió de consuelo la pasada cosecha, cuando las heladas de abril mermaron las esperanzas y los frutos. «Suelen decir que cuando un año no hay manzanas, el siguiente vienen con buena calidad», explicaba Miriam de Paz desde su puesto, rodeada de cajas con tentadoras reinetas y avellanas. Sus raíces están en Cantabrana, donde ayer se desplegó una orquesta de sabores.
En su treceava edición, la Feria de la Manzana Reineta del Valle de las Caderechas acogió diez puestos de productores de manzanas, que aprovecharon la buena racha para generar ingresos complementarios. Según Juan José Gandía, presidente de la Asociación de Productores y Comerciantes Las Caderechas, este año ya casi han terminado la recolección, que probablemente superará los 200.000 kilos y se exportará principalmente a Burgos y al País Vasco. «Estábamos preocupados porque el verano ha sido muy seco y no estaba cogiendo mucho calibre, pero con estas lluvias de septiembre la manzana ha cogido kilos y ha salido espectacular», comentaba con gran ilusión.
Para asegurar una experiencia redonda, los vecinos de la asociación Las Olmas de Cantabrana llevaban varias semanas rompiéndose la cabeza para recrear en cada pequeño rincón postales sorprendentes, con ovejas y escenas tradicionales como temática principal. «El encanto que tiene esta feria es que los puestos están a lo largo de las calles del pueblo», aseguraba Consuelo García, alcaldesa de la localidad, que advertía un aumento de afluencia en esta edición. «Siempre que vienen la decoración es distinta y tienen la sorpresa de ver qué hay», añadía.
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