Después de mes y medio de trabajo en los viñedos, la gran mayoría de la cosecha ya está a buen recaudo en las bodegas. Eso sí, las estimaciones de que iba a ser una añada corta en peso se han acercado mucho a los datos definitivos. A falta de poco más de 60 bodegas por terminar la recepción de uva, en las más de 230 que han completado esa labor han entrado 95 millones de kilos, casi un 20% menos que el año pasado a causa de heladas y granizadas que han diezmado esta cosecha. En los registros históricos de la DO Ribera del Duero hay que retrotraerse hasta 2013 para ver una añada tan corta en cantidad.
Las labores de vendimia se han alargado más de lo que hubiesen querido algunos viticultores a causa de los episodios de lluvias intercalados con jornadas de sol y buenas temperaturas. Sin embargo, esta intermitencia forzada en la recogida de la uva también ha tenido sus ventajas. «Ha sido bastante caótico, arrancabas y parabas, arrancabas y paradas; pero eso ha dejado unas maduraciones perfectas porque hemos tenido que esperar y mientras la uva terminaba de asimilar el agua y han quedado perfectas, con una sanidad bastante buena», explica el proceso de este año Fernando Ortiz, de Territorio Luthier, que resume esta vendimia como «un handicap de película».
Ahora que el mosto ya está en los depósitos y se han comenzado las primeras labores de descube, se empieza a ver el carácter que puede tener la añada 2024 de la DO Ribera del Duero. «Nosotros metimos la uva a tiempo y satisfechos con el estado sanitario y la calidad en cuanto a parámetros analíticos de azúcar, grado probable, pH, acidez, color... que hay que tener en cuenta para una uva equilibrada», resume José Manuel Pérez Ovejas, de Dominio de Calogía, que no se ha librado de los estragos de las heladas. Con todo y con eso, el resultado de la cosecha le hace ser optimista. «Podemos tener entre manos una grandísima cosecha, histórica o casi histórica, es un poco pronto para hacer valoraciones porque están los vinos en plena fermentación, pero apunta buenas maneras», reconoce Pérez Ovejas.
En la misma línea, generalizada en toda la comarca, otros bodegueros estiman que la añada de 2024 será idónea para un buen envejecimiento, lo que en el argot llaman vinos de guarda. «El feeling de los vinos es especialmente bueno, muy aromático, con una complejidad alta y muy frescos, porque como ha llovido, las uvas no han sobremadurado y tenemos un perfil de vinos superelegantes, delicados, con buena frescura y complejos a la vez», resume Fernando Ortiz sus impresiones después de ver la primera evolución de los mostos. Más allá de términos técnicos, este bodeguero arandino resume de forma coloquial y cercana el resultado de esta cosecha: «Van a ser vinazos, una añada que va a marcar por la calidad, no por la cantidad».