El servicio de la Guardia Civil es esencial en el mundo rural burgalés y se deben realizar todos los esfuerzos posibles, incluyendo -si es necesario- mejoras económicas de los agentes en algunos destinos de muy difícil cobertura, para su mantenimiento y reforzamiento. La mayoría de los alcaldes consultados muestran su preocupación por el repentino bajón que han sufrido de efectivos tras el verano, con la ejecución de un concurso de traslados en el que se han perdido 110 agentes, y piden que se cubran cuanto antes las vacantes. Básicamente porque, salvo los cuatro cuarteles de cabeza de comarca, los puestos abren sólo un día a la semana. De ninguna manera quieren que los problemas que ya sufren con la sanidad se reproduzcan con la seguridad. Dicho esto, elogian, a su vez, el esfuerzo que la Benemérita está realizando para atender todo el territorio.
La situación es «muy precaria», coinciden, especialmente desde el pasado mes de septiembre. Hay cuarteles que apenas mantienen a un tercio del personal, otros abiertos puntualmente durante unas horas al día y otros han quedado sin actividad aparente, lo que no quiere decir en ningún caso que la Guardia Civil haya dejado de dar servicio en el pueblo y su entorno.
Como ya ocurre con otras carreras, como los médicos o profesores, los pueblos de Burgos no son atractivos para los agentes. Desde las asociaciones profesionales, e incluso fuentes de la propia Comandancia, explican que la mayoría de funcionarios no son de la provincia y, salvo casos excepcionales, no echan raíces aquí. «Recalar en un pueblo como Sedano o Quincoces de Yuso no es fácil. Muchos prefieren marcharse o a sus casas o a zonas urbanas más pobladas, sobre todo en la costa», explican. Desde la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC), añaden que, para colmo, las condiciones económicas son mejores en otros territorios limítrofes, como el País Vasco.
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