En Fuera de juego (2013) novelaba las primeras aventuras con sus amigos de Medina de Pomar, niños que soñaban con sus héroes deportivos y no se separaban del balón. En La inmensa minoría (2014), sus personajes crecieron hasta la adolescencia, los 15 y 16 años, y seguían jugando al fútbol, pero en el barrio obrero barcelonés de la Zona Franca. Ahora acaba de publicar Brazaletes de cinta aislante, el libro donde cuenta los sentimientos y vivencias que rodearon la participación del equipo juvenil del Alcázar en el campeonato de la Superbowl que jugaron en Barcelona en 1999. Miguel Ángel Ortiz Olivera (Ciudad del Cabo, 1982) ha vuelto literariamente a su Macondo, al lugar al que siempre regresa, a su ciudad, Medina de Pomar.
Con su último libro, recién salido del horno y publicado por la editorial La Moderna, pretende cerrar «una trilogía vital, en la que he crecido con los personajes como escritor» y en la que cierra más de diez años dedicados a una literatura donde el fútbol siempre ha jugado un papel importante. En la primera página del libro, una historia coral contada a través de cinco monólogos de otros tantos personajes, siempre entre la realidad y la ficción, ya descubre que el capitán del equipo juvenil del Alcázar ha muerto y la Superbowl va a ser el último torneo del equipo en el que jugó Ortiz Olivera. En la novela cambia el año real del campeonato y lo sitúa en el 2000, el momento en el que Luis Figo decidió abandonar a la afición culé por la madridista y algo se removió en el mundo del fútbol español.
En la novela, cada personaje relata internamente su vivencia en el campeonato al compañero fallecido, al padre al que nunca se la contará realmente, a sí mismo... Zurdo, Lolo, Jota, Fichu, motes de jugadores del Alcázar, se cuelan en las páginas de un trabajo donde los personajes también viven conflictos entre ellos, relatan episodios de bullying y siempre «hay una cara humana y una oscura». En aquella Superbowl real y como rememora el libro les fue a ver el mítico jugador medinés Chus Pereda, a quien le dedicaron un gol y les correspondió llevándoles a ver el Camp Nou.
Tras esta novela, este librero y escritor quiere «entrar en las relaciones entre personajes que han crecido y se enfrentan a sus primeros trabajos, amores, la Universidad, aunque siempre habrá una referencia al fútbol». A su juicio, «contar la vida misma tiene un valor literario mucho mayor». Opina que «es más difícil escribir una novela que no tenga un gran argumento. Si la haces interesante sin un gran argumento tiene un doble valor». «La gente que tiene una vida normal ha de tener voz», concluye.