Nada le hubiera gustado más a Sara Carrillo que sacar vivo del hospital madrileño Niño Jesús a su hijo Mario, fallecido en febrero de 2008, con apenas tres años, por un neuroblastoma: un tumor en las glándulas suprarrenales. Así que esta burgalesa confiesa ser una persona feliz por haber podido hacer realidad su sueño en otra persona: que una madre que en marzo del 2023 dejó casi muerto a un bebé de 36 semanas de gestación, Iván, en Neonatología del HUBU, lo pudiera llevar vivo a su casa meses después. Y en gran medida porque Carrillo dedicó tanto tiempo y amor a ese hijo ajeno como a sus cuatro vástagos propios. Por pura generosidad. «No lo he parido, pero hasta que yo muera, Iván es mi hijo», afirma junto a su 'comadre' y madre biológica de la criatura, Paolina.
Mario e Iván protagonizan Esunapasadatuvida, un libro solidario y no apto para incrédulos. O quizá sí, para ellos sobre todo, porque se resisten a creer en lo que algunos seres humanos son capaces de sentir y de hacer. A Sara le parece «lo normal» todo lo que le sucede y no lo oculta, así que, tanto en las páginas del texto -presentado ayer en el Foro Solidario- como en público, asegura tener una comunicación constante con Mario, a quien fue capaz de «parir de vuelta al verdadero hogar: las estrellas» tras meses de devastación emocional y de vivir con «la sensación de hacha en el estómago» ante el sufrimiento de un hijo y la pérdida. Sara recuerda que ese parto inverso no se produjo hasta que ella estuvo preparada y le dijo: «Mario, mi vida, puedes irte cuando desees». En la habitación, repleta de familiares, sanitarios, amigos y una monja, su niño falleció. Y cuando ya no estaba allí físicamente, Sara cuenta que le dijo:«Mamá, tenemos que ayudar». Unas palabras que la religiosa también afirmó haber escuchado y a las que Sara dio sentido quince años después.
Por circunstancias que se detallan en Esunapasadatuvida, a Carrillo le propusieron en marzo del 2023 escribir un diario sobre su experiencia en la enfermedad de Mario. Aceptó, sin ser consciente de que en esas mismas fechas nacía en Soria Iván, antes de tiempo porque a su madre, Paolina, se le desprendió la placenta. Nació sin latido y necesitó una hora hasta que su corazón funcionó: los daños neurológicos tras 60 minutos sin oxígeno son brutales. Tras un traslado urgente al HUBUpor la gravedad del bebé y de la madre, con una hemorragia terrible, la familia, de origen búlgaro y empleados como temporeros en San Esteban de Gormaz, decide que no tiene medios para hacerse cargo de un crío con una afección cerebral tan severa e Iván se queda solo en Neonatología del HUBU, a cargo de la Junta. «Entonces, Iván apareció en mi vida y el libro se completó», explicó ayer Sara, durante la presentación.
De nuevo las circunstancias de la vida hicieron que a esta atleta burgalesa le propusieran, previo acuerdo de los Servicios Sociales, ser voluntaria en Neonatos cuando Iván tenía apenas unas semanas, para dedicarle unas horas de 'piel con piel' y tratar de que el afecto humano ayudara a su cerebro. «De repente, Iván suspiró fuerte, abrió sus manos y se dejó caer encima de mí. [...]Y ahí, en ese momento, se conectó a este mundo. Encima de mi regazo. Ahí salió 'para fuera' para nunca más retroceder», narra Sara sobre su primer contacto físico.
Lo increíble. A ese encuentro sucedieron muchos otros, largas horas, todas las posibles, porque el crío empezó a mejorar y lo que iba a ser una larga estancia en Neonatos se acortó. Y no solo por el asombroso progreso de Iván, sino porque la familia biológica volvió a reclamar la tutela y ese momento con el que Carrillo soñaba, el devolver a una madre un hijo casi dado por muerto, se materializó.
Un año después, la historia de Iván completa a la de Mario para ayudar a otras familias con niños enfermos de cáncer: los beneficios por la venta de Esunapasadatuvida se destinarán a la Fundación Aladina. Y así seguirá calando el mensaje de Mario. Pero para entenderlo, hay que leerlo.