Casi diez meses después de la entrada masiva de unos 10.000 inmigrantes en Ceuta en menos de 48 horas, Marruecos ha vuelto a mirar para otro lado. Esta vez ha sido en Melilla donde dos asaltos masivos a la valla en dos días se han saldado con más de 800 inmigrantes entrando en la ciudad autónoma.
El Gobierno no oculta su preocupación por estos hechos, toda vez que el del miércoles, con 2.500 inmigrantes, fue el mayor asalto a la valla registrado hasta la fecha, si bien solo unos 500 lograron su objetivo, y este jueves han sido otros 1.200 los que lo han intentado, de los que unos 350 han entrado en Melilla.
Tanto la ministra portavoz, Isabel Rodríguez, como el ministro de Asuntos Exteriores, UE y Cooperación, José Manuel Albares, han reconocido que la situación es "preocupante", mientras que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha llamado por teléfono al presidente de Melilla, Eduardo de Castro, para transmitirle el apoyo del Ejecutivo.
Además, y como prueba de lo delicada que es la situación en la ciudad autónoma, el Ministerio de Interior ha anunciado el envío "de forma inmediata" a Melilla unos 90 efectivos de Guardia Civil y Policía Nacional.
La crisis sigue abierta
El Gobierno sigue sin haber logrado reconducir la relación con Marruecos tras la acogida en abril pasado del líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, pese a los esfuerzos de los últimos meses, que han incluido incluso la intervención del Rey Felipe VI.
Tanto Sánchez como Albares insisten cada vez que se les pregunta por Marruecos en que es un socio estratégico para España y en el deseo de forjar una "relación del siglo XXI", un mensaje que también trasladó Don Felipe el pasado enero.
Asimismo, el ministro de Exteriores ha asegurado en repetidas ocasiones que esa es también la voluntad que constatan en Rabat y se remite al mensaje pronunciado por Mohamed VI el pasado agosto, cuando expresó su deseo de una relación basada en la confianza y el respeto mutuo.
Pero las señales que han llegado del otro lado del Estrecho no parecen corresponderse con esta voluntad puesto que la embajadora marroquí, llamada a consultas el 18 de mayo en pleno aluvión de inmigrantes en Ceuta, sigue sin haber regresado, y Marruecos ha procedido a construir una piscifactoría en aguas próximas a Chafarinas, entre otros agravios.
Rabat no ha ocultado además que su deseo es un cambio de postura por parte del Gobierno respecto al Sáhara Occidental que fuera en línea con el reconocimiento de la antigua colonia española como marroquí, como hizo en diciembre de 2020 Estados Unidos con Donald Trump aún como presidente. El Ejecutivo insisten en una solución política mutuamente aceptable para las partes en el marco de la ONU.
Con todo, y en un claro gesto hacia el reino alauí, el Gobierno anunció a principios de febrero que había aceptado la petición de Marruecos de ayudarle a garantizar su seguridad energética mediante la regasificación en España de Gas Natural Licuado (GNL) comprado por Rabat y que luego será enviado al reino mediante el gasoducto que anteriormente hacía llegar a la península gas de Argelia.
Colaboración frente a la inmigración
Por eso, los sucesos de los dos últimos días en Melilla seguramente han generado cierta sorpresa, habida cuenta además de que se ha venido poniendo en valor la cooperación por parte de Marruecos en la lucha contra la inmigración ilegal. El propio Albares ha resaltado en las últimas semanas que las autoridades marroquíes impidieron en Navidad otro asalto de más de 1.000 personas.
"Llevábamos muchos meses sin que se produjeran este tipo de saltos o cuando había habido intentos en colaboración con las autoridades marroquíes habían logrado repelerse y no llegar a esta gravedad", ha reconocido este jueves el ministro de Exteriores en declaraciones en Al Rojo Vivo.
Así las cosas, ha precisado que está "en contacto con las autoridades marroquíes para reconducir esta situación", sin brindar más detalles sobre dichos contactos, más allá de asegurar que también esta "dedicando a este asunto muchas horas".
Desde el Gobierno se ha criticado en varias ocasiones la instrumentalización de la inmigración como herramienta de presión sobre otros países, principalmente durante el pasado otoño cuando Bielorrusia facilitó la entrada en los países vecinos de la UE de miles de inmigrantes procedentes de Oriente Próximo, pero se ha tratado en general de evitar señalar a Marruecos expresamente.
El reino vecino es un gran aliado a la hora de frenar la entrada de inmigrantes procedentes de otros países africanos --también nacionales-- en España pero en algunas ocasiones, como estaría sucediendo ahora, prefiere mirar para otro lado y dejar que esto ocurra.
Aumento de las llegadas de inmigrantes
En todo caso, lo ocurrido esta semana en Melilla no hace sino visibilizar una tendencia sostenida desde principios de año. Según los datos publicados por Interior este miércoles, las llegadas de migrantes por vía irregular a España aumentaron un 73,2% en los dos primeros meses de 2022 con respecto a 2021.
Aunque el departamento que dirige Fernando Grande-Marlaska, no precisa los países desde los que partieron las embarcaciones que llegan a las costas españolas --principal vía de entrada--, cabe deducir que buena parte de ellas, sobre todo las que tienen como destino final las islas Canarias, partieron de Marruecos.
Hasta el 28 de febrero habían llegado a España de forma irregular 7.319 personas, de las que el 75% (5.4969, lo hicieron a través de Canarias. Otros 1.635 llegaron a las cosas de Baleares y la Península y 53 lo hicieron vía marítima por Ceuta y Melilla.
En el caso concreto de Canarias, según los datos de Interior, ha habido un aumento del 134,8%, con más de 5.400 llegadas en los dos primeros meses del año frente a las 2.341 de 2021.
La Agencia de Fronteras de la UE (Frontex) solo tiene datos actualizados del mes de enero, pero también ha constatado este aumento. Así, apunta a un aumento del 50% en las llegadas por la llamada ruta de África Occidental (o del Atlántico) y señala que la mitad de las salidas se produjeron desde Marruecos.
Según los datos de Frontex, de los 3.007 migrantes que contabilizó en enero, 1.524 eran marroquíes, 602 procedían de Guinea, 452 de Senegal, 319 de Costa de Marfil y 97 de Malí.
Por lo que se refiere a la ruta del Mediterráneo Occidental, que tiene como destino final las costas de la Península y Baleares, Frontex contabilizó 637 llegadas, de las que 353 eran argelinos --muchas de las embarcaciones de esta ruta parten de este país--, pero 192 eran marroquíes, lo que también confirma que algunas pateras salen del reino.
En cuanto a Ceuta y Melilla, según Interior, las entradas por vía terrestre habían descendido en enero y febrero en un 65,3%. Así, en Ceuta se ha pasado de 220 entradas a las 78 y en Melilla de 169 en 2021 a 57 hasta el 28 de febrero.