La iglesia abacial de San Salvador se convirtió ayer en escenario de un hecho religioso histórico dentro de la Diócesis de Burgos al menos en el último siglo, según explicó monseñor Agustín Lázaro, que participó en la ceremonia en calidad de prelado de honor de Su Santidad. «Sí se han abierto urnas-relicario con restos de santos en los últimos años pero con una reducida presencia de religiosos y no con la solemnidad con la que estamos realizándola aquí con San Íñigo», apuntó.
El momento culminante llegó a las siete menos cuarto de la tarde. El párroco de Oña, Cecilio Adrián Haro, se acercó a la urna de plata que contiene los restos de San Iñigo y que fue situada junto al altar y preguntó al prelado de honor si tenía las letras apostólicas. Éste contestó que sí y dio lectura al permiso del arzobispo para la apertura de la arqueta-relicario.
Fue entonces cuando se extrajeron los tornillos y se levantó la tapa. En ese preciso momento, la expectación entre los fieles presentes en el acto alcanzó su punto álgido. Todos clavaron la mirada en la urna y observaron cómo se iban sacando las actas de la apertura anterior, realizada en 1865, así como de las telas y algodones que rellenaban el cofre. Pero aún quedaban por ver los restos óseos.
Los fieles, desde sus bancos, se ponían de puntillas mientras miraban al párroco cómo sacaba del interior de la urna de plata un cofre de madera envuelto en terciopelo agranatado. Por fin, sacó del interior un pequeño hueso que colocó en una reducida urna metálica que, tras ser lacrada, viajará este mismo mes al Monasterio de Leyre en Navarra.
La finalidad del acto era precisamente esa: sacar una reliquia, es decir un resto óseo de San Iñigo, a petición de Leyre porque fue en este cenobio donde el santo pasó tres días en su camino desde Aragón hacia Oña. Ya con el osario abierto, monseñor Agustín Lázaro selló el documento de autenticidad que a partir de ahora acompañará a la reliquia en todo momento y firmó el acta de la sesión junto con el párroco Cecilio Adrián Haro, el alcalde Arturo Luis Pérez, los médicos locales Juan Ignacio Gómez y Berta Tricio y el reverendo Carlos David Azcona, que hizo las veces de maestro de ceremonia. En el acto, intervinieron siete sacerdotes y seis seminaristas pertenecientes a la Diócesis de Burgos y al Seminario Internacional de Pamplona. La solemne apertura de la urna se completó con salmos, lecturas, cánticos, oraciones en un ambiente perfumado por el incienso.
cuatro siglos. El trasladado de la reliquia a tierras navarras fue concedido en 2008 por el arzobispo de Burgos, Francisco Gil Hellín, pero hasta ayer no se había llegado a materializar. La última entrega de reliquias de este santo se hizo en 1597, cuando algunos restos óseos del abad viajaron hasta una de las parroquias de Calatayud, localidad que vio nacer al santo a finales del siglo X. La última vez que se abrió la urna fue en 1865, para cerciorarse de que la invasión francesa no la había afectado.