El granizo golpea 500 hectáreas de viñedo en La Horra

L.N. / La Horra
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Los viticultores de este municipio, uno de los que más extensión de viñas suma en la Ribera del Duero, arrastran una campaña para olvidar con una helada y tres pedriscos. «Y aún queda mucho», advierten

Jesús Ronda, viticultor en La Horra, analiza los daños que han sufrido varias de sus parcelas, con ramas partidas. - Foto: L.N.

Acribillado. Así ha quedado buena parte del viñedo en la localidad de La Horra. En poco más de 20 minutos, una tromba de unos 30 litros de lluvia y granizo tiró por la borda el trabajo de todo un año de multitud de viticultores, que ya habían sufrido el daño de las heladas que cayeron el 23 y 24 de abril y otros dos pedriscos a mitad de mayo. Según sus primeras estimaciones, este último golpe habría afectado a unas 500 hectáreas de viñas. Ahora bien, si se suman los anteriores episodios, calculan que el 90% del término municipal, uno de los más extensos de la Ribera del Duero con casi 1.200 hectáreas, está perjudicado en mayor o menor medida.  

Castigo tras castigo, esta campaña quedará a buen seguro para el olvido en La Horra. «Hay muchas zonas destrozadas, sobre todo en la parte oeste del pueblo», lamentaba ayer el viticultor Jesús Ronda, a quien el granizo ha arrasado casi por completo varias de sus parcelas. «Si se ha salvado algún racimo será porque está más protegido, pero hay poco que hacer», añadía, con la mirada puesta en que una vez que se seque el terreno pueda entrar a «clarear toda la vegetación, para que corra el aire y así evitar posibles enfermedades». Ahora, lo importante es que cicatricen las heridas que han sufrido las plantas y que «no cojan hongos», porque con el calor y la humedad «hay un riesgo alto de mildiu».  

En esta línea también se pronunció el bodeguero Juan José Balbás, quien calificó este último pedrisco como «un golpe tremendo», con daños del 100% en algunas parcelas. Todo ello en un momento clave para el viñedo, por hallarse en plena floración. «Lo que no parezca tan dañado, probablemente arrastre un daño terrorífico porque va a perderse todo el cuajado. Estaba a punto de tirar el capuchón, con la flor abierta. Eso no va a cuajar», advertía, mientras recordaba que el ciclo aún no se ha cerrado y que queda mucho por delante.

Por su parte, Juan Antonio Moro, el presidente de la Cooperativa Virgen de la Asunción, en La Horra, constataba que «la cosecha de este año será sensiblemente menor» a la vista de todas las desgracias que ha acumulado el campo ribereño en general y el de este municipio en particular. «Esta campaña va a ser fastidiada», agregaba, consciente de que «entre un envite y otro,  la mayor parte del terreno está afectado». Igual que Balbás, Moro destacaba ayer que este último pedrisco se ha producido en un momento «muy sensible» para la planta, con los racimos en plena flor. Ya lo dice el refrán: agua por San Juan, quita vino y no da pan. Ahora toca esperar para poder entrar en algunas plantaciones y analizar el grado de afección que ha sufrido cada parcela. En general, las tormentas de granizo suelen ser localizadas y se puede dar el caso de que haya líneos destrozados y otros que se hayan salvado del golpe. 

«Bajaba que daba miedo». Aunque muchas viñas lucían en pleno esplendor, como remarcaba  ayerJesús Ronda, la tromba se ha llevado por delante gran parte de su esfuerzo. A su lado, su padre relataba que el agua cayó con tanta fuerza que «bajaba por las calles que daba miedo». Algo que constató el viticultor Daniel Maestre: «Fue gordísimo. Cuatro horas después había medio metro de granizo en algunos sitios». Pues bien, tras la tormenta, la estampa en La Horra resulta desoladora: racimos por el suelo, la madera destrozada, palos partidos... «¡Qué desastre!», zanjó.