El Burgos Club de Fútbol vivió ayer el estreno soñado. Ganó en la primera jornada y lo hizo a lo grande, siendo superior a uno de los aspirantes al ascenso. La ambición e intensidad del equipo burgalés se impuso a la calidad de un rival que fue de más a menos y que en la segunda parte apenas inquietó a Caro. El gol de Juan Artola en el minuto 62 hizo justicia y dejó los tres puntos en un Plantío eufórico. El delantero vasco marca así su primer tanto con la camiseta blanquinegra. Pero no fue el único destacado, José Antonio Caro se convirtió en el héroe al abortar dos clarísimas ocasiones de Rubén Castro, la estrella del Málaga que ayer se estrelló contra el portero del Burgos.
Fue un partido casi perfecto del Burgos, que brilló en todas sus líneas. La defensa dio una lección de seguridad y contundencia; en el centro del campo Andy impuso su ley; y arriba, la movilidad de Álex Bermejo, Pablo Valcarce y Juan Artola desquició a la zaga malagueña.
Apenas hubo sorpresas en el once inicial de Julián Calero, que apostó claramente por la fiabilidad de sus hombres de la pasada campaña, dejando a Borja y Atienza en el banquillo y situando a Raúl Navarro en el lateral derecho y a Mumo en el centro del campo. Y arriba sí sacó a dos de los nuevos, Bermejo y Artola, que demostraron unas cualidades que pueden ser muy útiles para este Burgos.
Enfrente un Málaga cuyo gran peligro tenía nombre propio, Fran Sol y Rubén Castro. Su sola presencia atemoriza a cualquier defensa.
Los primeros minutos fueron de tanteo, con un primer disparo de Bermejo fuera al que respondió Fran Sol con un centro muy peligroso. La primera ocasión clara llegó en el minuto 10, cuando un centro de Artola rozó en Bustinza y el balón pegó en el poste. Esta acción animó al Burgos que poco a poco se fue haciendo con el mando del partido a base de una buena presión para robar el balón y lanzar transiciones muy rápidas, sobre todo por la banda izquierda, con Fran García muy incisivo y Bermejo habilidoso y ambicioso en cada una de sus acciones.
La segunda oportunidad fue para Raúl Navarro tras un gran centro de Fran García.
El partido parecía controlado, pero cuando en el equipo rival tienes a Rubén Castro puede pasar cualquier cosa. Y eso sucedió en el minuto 35 cuando el delantero del Málaga se plantó solo ante Caro. Sin embargo, el portero del Burgos sacó una mano milagrosa para evitar el tanto andaluz.
Esta acción frenó algo el ímpetu del Málaga y ambos equipos firmaron una especie de tregua para llegar al descanso con empate sin goles.
El panorama cambió radicalmente en la segunda parte. El Burgos salió como un ciclón y desde el primer minuto acorraló a su rival cerca de su área. Es cierto que el Málaga había perdido por lesión a Fran Sol, pero también lo es que su recambio fue ni más ni menos que Álex Gallar. El problema andaluz era su incapacidad para sacudirse la presión y el empuje del Burgos. Esa presión que obligaba al Málaga a sacar demasiadas veces en largo, facilitando el trabajo de los defensas del Burgos, que recuperaban el balón rápidamente para iniciar acciones de ataque.
Desde el inicio de esta segunda mitad se vio claramente que el Burgos había salido con una marcha más, decidido a ir a por el partido.
La primer ocasión no tardó en llegar, con un remate de Elgezabal demasiado alto cuando estaba totalmente solo. Siguió insistiendo el Burgos y un centro de Mumo pasó por el área pequeña sin que Bermejo y Artola pudiesen llegar al remate. El acoso era agobiante para un Málaga aturdido y sin armas para hacer llegar balones a sus hombres de ataque.
Pudo marcar Andy Rodríguez de lanzamiento de falta, pero su magnífico disparo se estrelló con dureza en el larguero. El Burgos buscaba su gol, merecía su gol y éste llegó en el minuto 62. Un excelente centro de Andy a Fran García, que se incorporaba por la izquierda permitió al lateral colocar el balón en el punto de penalti, donde apareció Artola para batir a Reina. Fue un gran gol que hizo estallar El Plantío. Por unos minutos el Málaga se quedó noqueado pero ante rivales de esta calidad hay que sujetarlos hasta el último segundo. Y eso pasó cuando ya en el descuento Rubén Castro se encontró un balón como a él le gustan, pero no contaba con los extraordinarios reflejos de José Antonio Caro, que sacó una mano prodigiosa para salvar la victoria de su equipo.