La Arandina vivirá una de las noches más históricas en sus 36 años de vida. Los blanquiazules recibirán a un Primera División por primera vez en su historia. El sorteo ha unido a Cádiz y Arandina en una cita que apunta a no ser olvidada jamás por buena parte de la localidad. Es un premio inmejorable para estas dos últimas plantillas, pero en la misma proporción lo es para esos aficionados que se mantuvieron a bordo cuando el barco se hundía.

De manera paradójica, todo ha llegado con un entrenador que define muy bien el amor por un club. Independientemente de la división o contexto. Nadie puede negar que Álex Izquierdo se merecía más que nadie un día así. Ya no sólo por su enorme labor como técnico, que no se queda para nada atrás. Sino por aquel niño que creció soñando con un debut que un día el Chino Zapatera hizo realidad. Por aquellos días formando a jugadores de la base. Por esos años impecables como preparador físico, segundo, director de cantera... Infinidad de cargos impulsados por el mismo sentimiento.

El fútbol siempre ha debido muchas a esta Arandina. Y que el ascenso y esta hazaña copera lleguen con Álex como entrenador, compensa un poquito más esa historia reciente. Le dan añoranza a días en los que las lágrimas demostraban la crueldad del fútbol. Por aquel valiente autobús que recorrió diez horas hasta Olot, por la muerte sobre la campana en Almería, por la madera ante la Segoviana, por la mala suerte en La Nucía, por la épica ante el Mirandés B, por el llanto de Astorga... Solo quien de verdad lo ha vivido, entiende a la perfección lo mucho que se debe vivir cada diminuta alegría. Poco a poco, el fútbol va saldando esas deudas y, quién sabe, si el Cádiz ayudará a reducir esa lista.