En lugar de una imprenta está siendo con un proyector. Las clases que el maestro de Bañuelos de Bureba que fue fusilado en 1936 está impartiendo en el cine de la capital vienen envueltas en la película de Patricia Font. El maestro que prometió el mar, sobre Antonio Benaiges, ha conseguido convertir a los Van Golem de la avenida del Arlanzón en la sala española que más espectadores ha recibido por la cinta. Lógico, por otra parte, cuando los sucesos que narra ocurrieron en la provincia y en el filme participan seis intérpretes burgaleses: tres de los niños que acuden a la clase del maestro; el padre de uno de ellos;la bibliotecaria a la que recurre la protagonista, Ariadna (Laia Costa), y la mujer del alcalde, a la que da vida Alicia Reyero, actriz con residencia en Cataluña.
Aun así, el tirón de la película está siendo «espectacular» en estas seis semanas. Por la avenida Arlanzón han pasado ya más de 10.000 espectadores, un 5,15% de todos los que han visto la cinta en nuestro país, donde ya alcanza los 200.000 cinéfilos. A día de hoy iguala en número a los que vieron As bestas en las ¡20 semanas! que estuvo en la cartelera de Van Golem entre 2022 (donde fue la más taquillera) y 2023, y supera en 2.000 espectadores a Barbie, la otra película que triunfa este año en ese cine.
Esa última lección de Benaiges en Burgos en formato cine empezó con el cásting que el equipo de la película realizó a un millar de niños y niñas en La Parrala. Allí no solo escogieron a los tres menores burgaleses que participan en el filme (Alba Hermosoque hace de Josefina, la hija del alcalde; Nicolás Calvo, que interpreta a Emilio, el hijo del lechero que de mayor recuerda la historia, y Gael Aparicio, que da vida a Carlos, el niño que vive con el maestro), sino que también propició la contratación de Jorge da Rocha y Chus Gutiérrez.
La integrante de Las Pituister probó como ama de llaves, papel que finalmente interpretó Luisa Gavasa y por el que está nominada al Goya como actriz secundaria. Pero por edad no daba el perfil. En su lugar le propusieron rodar en Burgos, en la Biblioteca Castilla y León del monasterio de San Agustín, asumiendo el rol de la bibliotecaria. Al actor de Arawake le hicieron una prueba para el papel que terminó interpretando: el de Camilo, el lechero con reservas sobre el modelo de enseñanza del maestro. «Querían que mi personaje tuviera acento castellano. La mayoría de los actores son catalanes y buscaban contar con una referencia para escoger palabras o formas de expresión. De ahí que también seleccionaran a niños burgaleses como escolares, porque a los menores hubiera sido más difícil quitarles el acento catalán», explica Da Rocha, que ha participado en películas como Para que no me olvides, de Patricia Ferreira.
Camilo y la bibliotecaria. El personaje de Da Rocha es «un secundario de los que molan» por el cambio que sufre en la película: «Refleja el sentir del pueblo, que al principio no entiende al maestro, el por qué o cómo lo hace, pero sabe que tampoco es para matarle. Es muy bonito en un hombre tan duro y adusto que al final se le vea el corazoncito», explica sobre su personaje, que es reacio a lo que el niño le cuenta, pero se emociona con uno de esos cuadernos impresos que hacía su hijo en clase.
En el caso de Gutiérrez, sus apariciones fueron de las últimas que se grabaron y de las pocas que rodaron en Burgos. «Fue poco y corto, pero el equipo hizo que fuera todo muy agradable. Por eso aproveché a observar cómo trabajaban todos los equipos de la película», añade la actriz que ha aparecido en series como Hospital Central.
Para ambos la experiencia ha sido más que emocionante: «Hemos compartido el espíritu de la película, algo que no ocurre en otras ficciones. Se respiraba el ambiente de lo que se narraba, del maestro y sus circunstancias, lo que fue vivir en esa época y lo que está ocurriendo con el auge de la extrema derecha en Europa», explica Da Rocha, que en El maestro que prometió el mar aparece incluso en el tráiler.
Con cinco visionados de la película cada uno y siempre con «aplausos potentes» al finalizar, la primera vez terminaron con lágrimas: «No es solo por ver el trabajo acabado en una pantalla grande. Es que la historia también emociona. Te dejas llevar por la película, que está contada desde la ternura y sin hacer sangre, y la sientes como cercana», detalla Gutiérrez.