Blindados frente a los vertidos de purines

B.A. / Burgos
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Hortigüela y Jaramillo Quemado aprobarán una ordenanza para regularlos. Se miran en la del Ayuntamiento de Cascajares, que el TSJ ratificó tras la denuncia de un ganadero

La granja porcina que se ha convertido en un quebradero de cabeza para los alcaldes se enmarca en el cuadrado que forman Hortigüela, Cascajares de la Sierra, Jaramillo Quemado y Villaespasa. - Foto: f2estudio

En el centro del cuadrado que conforman Hortigüela, Cascajares de la Sierra, Jaramillo Quemado y Villaespasa, y en el término municipal de esta última localidad, se sitúa una granja porcina que desde hace un tiempo se ha convertido en un quebradero de cabeza más para sus ayuntamientos, preocupados por sus consecuencias medioambientales. Con el fin de regularizar fundamentalmente el vertido de los purines en sus términos municipales, Hortigüela y Jaramillo Quemado se encuentran a punto de sacar adelante una ordenanza que lo normalice. Ambas se miran en la que aprobó Cascajares de la Sierra en julio del 2021. Un texto que el ganadero porcino recurrió, pero que el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León falló a favor del Consistorio.

«Es más, ahora la voy a modificar estableciendo sanciones más elevadas», contesta el alcalde de esta localidad, Juan Carlos Gutiérrez, cuando se le pregunta por el reglamento. Según explica, hay agricultores que le han cedido las fincas para que haga los vertidos de la granja de Villaespasa, pero el problema es que no respeta los tiempos. «Derrama en los mismos sitios toda la cantidad que quiere y eso al final se filtra y va a parar a los manantiales», cuenta el regidor, que dice que en septiembre le descubrió haciendo vertidos a las 6 de la mañana. «Y ese camión venía de Quintanar, como ha sucedido también otros días», sospecha Gutiérrez. Y es que este empresario porcino también cuenta con varias explotaciones similares en la localidad serrana, cuyo Ayuntamiento le ha denunciado en múltiples ocasiones.

Gutiérrez mantiene que en Cascajares hace las evacuaciones en tres o cuatro fincas distintas, pero que tira en la misma muchas veces. «Y en Jaramillo en 250 hectáreas echó en septiembre lo habido y no habido. Eso corrió por el río...», alerta el alcalde, que no va a pasar por alto estas prácticas. «A partir de ahora comenzaré a sancionarlo. Ya le denunciamos el alcalde de Jaramillo y yo en otra ocasión», añade el alcalde, que afirma que también hace vertidos en otras fincas cualquiera «que se encuentran más cerca de sus instalaciones».

El Ayuntamiento de Cascajares ha encontrado la solución para al menos evitar que haga deyecciones en las fincas municipales. «He plantado chopos en ellas y lo seguiré haciendo. En las particulares no puedo hacer nada, pero las que dependen del Ayuntamiento sí, es la única forma de tratar que no lo haga en ellas», señala el alcalde de Cascajares, que cuenta que el «alquiler de las fincas de Villaespasa donde hace las evacuaciones le ha caducado hace unos meses y sigue utilizándolas».

A falta de aprobarla en un Pleno, lo que previsiblemente se llevará a cabo en solo unos días, se encuentra la ordenanza reguladora de vertidos de purines en Hortigüela. «Cuando se le llena la balsa y la sigue utilizando, baja todo al arroyo Valdejaramillo y de ahí a Valparaíso, que es donde se encuentran los manantiales de agua potable de nuestro pueblo», cuenta el alcalde, Juan Martín, que considera que en Hortigüela no ha hecho vertidos, «pero cerca sí, porque nos ha llegado el olor».

Hontoria del Pinar también se ha interesado por estas ordenanzas, pero según detalla su alcalde, Miguel Álvarez de Eulate, su aprobación no es ahora prioritaria, dado que este no supone un problema actualmente en el municipio. «Es cierto que se están haciendo en algunas parcelas, pero me dicen que se llevan a cabo de una forma controlada», afirma. 

Sin licencia de obra. Una de las denuncias de la anterior corporación del Ayuntamiento de Quintanar contra este ganadero tenía que ver con la realización de una obra en sus instalaciones sin contar con la licencia pertinente. En concreto había recrecido en unos 40 centímetros la balsa. La Justicia dio la razón al consistorio, que hace un mes se disponía a hacer cumplir la sentencia y derribar la parte de esa balsa con la escolta de dos parejas de la Guardia Civil.

«El propietario nos dijo que no teníamos la ropa adecuada ni la máquina estaba desinfectada, así que lo aplazamos para otro día», cuentan desde el Ayuntamiento, donde afirman que un tiempo después el empresario se presentó en las dependencias municipales anunciando que él mismo se haría cargo de esa demolición.

Por otra parte, también menciona que las deyecciones que lleva a cabo ahora los hace de forma más controlada, y no es «tan espantoso» como ocurría anteriormente, cuando han llegado a aparecer purines en los ríos.