El campo suma varios ejercicios con los precios por los suelos y los costes por los cielos. Así lo reflejan las facturas que ha ido guardando Antonio Ortega Paúl, agricultor a título principal en Castrillo de la Vega, año a año desde la década de los 90 hasta la actualidad. En sus carpetas aparecen un sinfín de notas que constatan la evolución que ha experimentado el sector.
Entre los casos más llamativos se halla el encarecimiento del abono, que ha pasado de costar 27.000 pesetas cada tonelada en 1996 a 900 euros en la campaña pasada (unas 150.000 pesetas). Es decir, se ha disparado un 455%. O dicho de otra manera, hoy cuesta 5,5 veces más que hace 28 años. Algo similar sucede con el gasoil agrícola: si en 1992 el litro se pagaba a 45 pesetas, después subió a 40 céntimos en el 2003 y ahora ya ronda los 1,2 euros, si bien fluctúa de forma constante.
En la parte de los gastos, Ortega también destaca el encarecimiento de la maquinaria. Por un tractor de 100 caballos hoy toca desembolsar alrededor de 120.000 euros. En 2005, la factura rondaba los 46.400. Lo sabe por experiencia. Él mismo adquirió uno y, tal como relata, contó con una ayuda de la Junta de Castilla y León, a través de un plan de mejora, por adquirir un vehículo menos contaminante.
Ahora bien, el bloque de los ingresos no aumentado en la misma proporción que el de los gastos. Según reflejan los recibos de este agricultor ribereño, en 1996 vendía cada tonelada de cebada por unas 26.000 pesetas (156 euros) y ahora lo hace por cerca de 300 euros. Un 90% más, sí. Pero lejos de la subida del 455% del nitrato, por ejemplo.
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