Una noche de juerga mal llevada puede acabar con el interior de un taxi vomitado, su conductor reclamando los daños y perjuicios causados y, en casos extremos, con las heridas de los puñetazos propinados en la discusión con un cliente borracho. Esto ocurrió hace unos meses en Zaragoza capital, corrió como la pólvora en imágenes por las redes sociales y ha terminado con la condena del agresor en los juzgados. Ser taxista a altas horas de la noche y en zonas de copas tiene sus riesgos.
En Burgos también, aunque desde Abutaxi reconocen que no son habituales los incidentes como los descritos, que están prodigándose cada vez más en las grandes capitales. El reglamento municipal que rige esta actividad, recuerda el presidente del colectivo, Sergio Jiménez, establece unas obligaciones para los taxistas y para los usuarios.
«Nosotros no estamos obligados a recoger una persona borracha. No nos jugamos la recaudación de una noche por atender a este tipo de servicios. Por lo general, se insta al cliente afectado a que 'tome el aire' antes de subir al coche...», explica Jiménez, que detalla que un 'incidente' con un cliente ebrio no solo afecta a su actividad y recaudación en lo que resta de jornada, sino que obliga a unos servicios de limpieza e higiene que suponen unos gastos extraordinarios.
Los días de fiestas navideñas y patronales, las cenas de empresa y los fines de semana son los de mayor riesgo y cualquier cliente puede ser problemático, incluso los de traje y corbata... Por lo general, es el taxista el que valora y el que, con el reglamento en mano, puede negarse a prestar el servicio «cuando cualquiera de los viajeros se encuentre en manifiesto estado de embriaguez o de intoxicación por estupefacientes, excepto en los casos de peligro grave o inminente para su vida o integridad física».
El 99% de los viajeros, apuntan desde Abutaxi, tienen un comportamiento correcto, salvo casos puntuales a altas horas de la madrugada y en algunas zonas de ocio señaladas de la ciudad.
Al igual que no se permiten borrachos, tampoco se puede fumar, drogarse, beber y comer dentro de los vehículos de transporte, incidentes que son relativamente habituales en las jornadas de noche.
Se toman también precauciones en el caso de personas muy mayores o con alguna problemática de incontinencia en sus necesidades físicas o de movilidad, para lo que se suele recurrir a los servicios sociales para que se hagan cargo de estos casos.
Desde Abutaxi recuerdan incidentes puntuales, pero no se ha llegado a sancionar a un cliente y menos se ha llegado a los juzgados tras una carrera, algo que sí está ocurriendo en otras grandes capitales, donde muchos vehículos están incorporando cámaras de seguridad (como ocurrió en el incidente de Zaragoza, que fue ampliamente publicitado en las redes sociales).
Sanciones. La normativa establece sanciones leves, graves y muy graves, cuya cuantía oscila entre los 100 y 400 euros en las leves hasta los 18.000 en las muy graves. Curiosamente, el régimen sancionador centra los incumplimientos en el taxista, pero no en la clientela.
Es una infracción muy grave conducir un taxi en estado de embriaguez o bajo los efectos de sustancias estupefacientes, pero nada dice la normativa de si ocurre lo mismo con el cliente y su estado termina por afectar a la normal actividad del taxista y su instrumento de trabajo.
Además de por estar muy borracho, un taxista también puede negarse a prestar un servicio por algunas de las causas recogidas en la normativa.
La primera es que el potencial cliente esté siendo perseguido por la Policía o que acabe de cometer un delito. Tampoco se abre la puerta a aquel que se sirva del taxi para cometer delitos.
Asimismo, hay derecho de admisión cuando se solicite el transporte de más personas de las autorizadas o cuando el atuendo de los viajeros, o los bultos, los equipajes o los animales que lleven puedan deteriorar o causar daños en el interior del vehículo (salvo para los perros guía). Un taxista también se puede negar a realizar un servicio por una vía intransitable o peligrosa.
Buses. Los autobuses urbanos tampoco son ajenos a esta problemática, especialmente acusada en los servicios de búho nocturno, que sufren habitualmente casos de vómitos y -a veces- todo tipo de deyecciones en ruta.
También abundan los viajeros ebrios, las peleas, los que aprovechan el viaje para comer (helados, por ejemplo) y beber y, en los casos más extremos, los que han pretendido transportar muebles o hacer mudanza de un lado a otro de la ciudad... Historia llamativa fue la de aquel vecino que pretendía montar al bus con un bidón lleno de gasolina, argumentando que iba a llenar el depósito del coche que le había dejado tirado...