Muchos burgaleses desconocen que pasado el número 173 del paseo de los Pisones, el final del tramo en el que el mandato pasado se construyó un muro para sujetar el talud por riesgo de derrumbe, la calle sigue escondida entre un enorme desnivel y paralela a la BU-800. Ahí residen medio centenar de personas de todas las edades, algunas de toda la vida y otras más jóvenes que han decidido asentarse en esta zona residencial de la ciudad buscando la tranquilidad.
Sin embargo, la vida no resulta tan idílica como pensaban y se sienten abandonados por el Ayuntamiento al no contar con los mismos servicios que los residentes en otros barrios y también por las compañías de telefonía al no tener fibra óptica y estar próximo el apagón del ADSL. La calzada del tramo que incluye del número 189 a 213 está llena de baches de gran tamaño y agujeros que de vez en cuando rellena con gravilla la Brigada de Obras y que a los cuatro meses se vuelven a formar. De ahí, que los residentes exigen un asfaltado completo de la misma. «La carretera está destrozada. Hay agujeros tan grandes que dejamos las ruedas de los coches.», indicó Lydia Cubillo, una de las vecinas.
(Más información, en la edición impresa de este martes de Diario de Burgos)