Los efectos socioeconómicos de la pandemia son más notables que nunca en Briviesca. Desde que el coronavirus paralizó el mundo en 2020, el número de familias en riesgo de pobreza que ha registrado Cáritas en la ciudad se ha incrementado, llegando a duplicarse en el último año respecto a 2021 y 2022, alcanzando las 150, frente a las «80 o 90 de media» que atendían anteriormente.
La tendencia a la baja en la evolución demográfica se ha invertido en la ciudad durante dos años consecutivos -por primera vez en quince años- y a 31 de diciembre de 2023 había 6.414 empadronados. Ese incremento de población se debe, en parte, a la llegada de personas de nacionalidad «latinoamericana y ucraniana con pocos recursos», expone Silvia Alconchel, coordinadora de la organización. Los suministros de la vivienda han aumentado, al igual que el coste del carro de la compra, y «vecinos que hasta hace meses tenían capacidad para afrontar esos gastos, ahora son incapaces de hacerlo», comenta.
La demanda principal de estos grupos es la ayuda y asesoramiento a la hora de «buscar un empleo, y el apoyo para cubrir las necesidades básicas de alimentación, ropa y suministros», aclara. La pandemia tuvo un impacto negativo en toda la sociedad en general, pero de forma más incisiva en la población más vulnerable económica y socialmente. En los momentos más complicados de la primera ola, Cáritas se implicó con «40 familias burebanas», un número que llegó a doblarse, ya que hasta entonces trabajaban con «unas 20». Los datos no engañan e indican que la situación continúa complicada, más incluso que durante la crisis sanitaria.
La coordinadora recuerda que la mitad de las unidades familiares que han solicitado ayuda a la organización el pasado año y los primeros meses de 2024 corresponden con «residentes de nacionalidad española», mientras que la otra la componen personas que han «emigrado de sus países de origen, Perú, Colombia y Venezuela principalmente, que llegaron a España hace solo meses».
Cáritas desempeña junto a Ceas una labor sustancial en la capital burebana comprometida con los más necesitados. Todos aquellos que requieran de atención social son derivados en primer lugar al Centro de Acción Social con el fin de que las trabajadoras sociales estudien cada caso. Acudir a la acogida de los miembros de la organización los martes a las 11 de la mañana en la casa parroquial es el segundo paso a llevar para que los técnicos conozcan realmente a las personas y consideren cómo las pueden ayudar.
Empleo y voluntariado. La organización cuenta con un servicio de intermediación laboral y se involucra con los usuarios en la búsqueda de empleo. En el último año hay constancia de que «12 ofertas que hemos gestionado han dado su fruto, eso significa que 12 personas se han incorporado en el mercado», explica Alconchel. El número de voluntarios de la ciudad, que ayer celebró el Encuentro de Agentes Rural con 125 participantes, se mantiene en la decena, igual que en los últimos tiempos.