Casi 60 años de historia no se borran de un plumazo. Sin embargo, llega el momento de que el Mercado Norte busque un relevo. No sabe ni cómo, ni cuándo ni, sobre todo, quién liderará el proceso para levantar el nuevo edificio. Mientras tanto, los comerciantes se preparan para abrir las puertas a pocos metros de allí sin un horizonte temporal establecido.
El Ayuntamiento se centra en resolver los detalles de la inminente demolición de la vieja estructura y en conseguir que la actividad en la estructura provisional se desarrolle con normalidad. Esa es la cuestión acuciante, que después de tantas vueltas la apuesta realizada resulte atractiva para consumidores y concesionarios. Afortunadamente, los precedentes son buenos augurios.
Y es que el libro del Mercado Norte aún promete varios capítulos en unas circunstancias parecidas a las vividas hace dos décadas al otro lado del río Arlanzón. Aquello resultó un éxito que inspira a los protagonistas de hoy.
Los clientes se sumaron al ambiente festivo en el primer aniversario de la estructura provisional. - Foto: PatriciaEl Mercado Sur agonizaba y solo quedaban dos opciones. Huir hacia adelante en una lenta agonía o dar un decidido paso al frente para conseguir una dotación mejor, más moderna, atractiva y, sobre todo, rentable. Los comerciantes asumieron el control de la situación, arriesgaron su dinero y esperaron pacientemente durante tres años en una carpa que superó las expectativas.
Fuimos a una zona nueva con mucho miedo, pero no nos confundimos»
La vetusta dotación inaugurada el 1 de octubre de 1934 cerró sus puertas para levantar en el solar de la calle Miranda un edificio funcional que está a punto de cumplir ya su 16º aniversario. Esta iniciativa requirió una mudanza que se alargó más de lo esperado, aunque resultó beneficiosa desde la apertura en su emplazamiento en las Huertas de La Concepción el 10 de noviembre de 2005.
Entonces, la previsión de los comerciantes era incrementar hasta en un 30% el volumen de venta en este espacio por la atracción que supone la apertura de un nuevo centro y por la mejora de las condiciones. «Las calles que separan los puestos del mercado eran un hervidero de gente, aunque bien es cierto que a los clientes habituales ayer se sumaban los responsables políticos locales que acudieron a formalizar la apertura del mercado y otros curiosos del entorno de Barrio Gimeno que en absoluto salieron decepcionados», explicaba la crónica publicada en Diario de Burgos. Las expectativas eran altas a pesar de la obligación de lidiar con la incertidumbre que genera caminar sobre terreno desconocido.
«Nos cambiamos a un sitio nuevo en una zona nueva. Fuimos con mucho miedo, pero en cuanto abrimos vimos que nos confundimos», recuerda Miguel Arranz, quien fuera presidente de la Asociación de Comerciantes del Mercado Sur y de la sociedad Mercabastosur en aquellos momentos cruciales.
El 26 de mayo de 2005 comenzaron las obras de la carpa provisional, una construcción que exigió una inversión de 700.000 euros dentro de un proyecto total que se fue hasta los 8,3 millones. La previsión de salida era que el mercado sur provisional ofreciera servicio durante un año y que el traslado al definitivo fuera una realidad en el otoño de 2006, si bien los comerciantes tuvieron que amoldarse a las circunstancias sobre la marcha.
Para nosotros era dar el paso o morir. Tiramos hacia adelante y salió muy bien»
En febrero de aquel año se anunció la adjudicación de las obras del edificio de la calle Miranda, cuya duración estaba fijada en 15 meses y que se prolongó un año más a causa de unas filtraciones en la cubierta de la nueva instalación.
Aquello fue un contratiempo que retrasó los planes de los concesionarios, si bien la carpa provisional aguantó el envite durante el tiempo que permaneció abierta.«Nos fue muy, muy bien y menos mal que fue así porque mira el tiempo que pasó hasta que pudimos ir al nuevo Mercado», explica Miguel Arranz, quien asume con naturalidad el riesgo asumido. «Para nosotros era dar el paso o morir», recuerda.
«El Mercado cada vez iba a peor y los comercios que se cerraban ya no abrían porque el Ayuntamiento ya no daba nuevas concesiones», destaca. Ante tal situación, los profesionales tomaron las riendas y se hicieron con la gestión del gran cambio. «Son cosas con las que no queda otra que tirar adelante», resuelve.
La ubicación, diseño y funcionalidad de la estructura temporal atrajo a los clientes y satisfizo a los titulares de los comercios. Incluso, se habilitó temporalmente una parcela aledaña para acondicionar allí un aparcamiento temporal. «Tuvimos esa suerte. Nos equivocamos al principio al pensar que no era una buena zona y todo salió bien», asegura Arranz. Más de 15 años después del traslado al nuevo edificio, la satisfacción por el camino recorrido es plena. «Hoy estamos en un mercado que funciona. Todos los puestos están abiertos y tenemos una clientela fiel», celebra, con el deseo de que el Mercado Norte también tenga un futuro esplendoroso. «Burgos necesita mercados porque tiene muy pocos», zanja.