Alimentan su espíritu leyendo y sus relaciones compartiendo experiencias. Son 13 mujeres y componen el Club de Lectura de la biblioteca municipal: Tere, Rosa, María Elisa, Sara, Belmalyn, Maricruz, Belén, Elisa, María Belén, María Luisa, María, Clara y Ana Gamboa, responsable bibliotecaria que programa las lecturas, los trabajos en común y dirige los largos coloquios en los que se comentan libros de lectura común, Ana Gamboa.
Hoy en la cita no están todas, pero en todo caso, sus comentarios no tienen desperdicio, todo lo que hacen, martes tras martes, desde hace más de siete años y durante dos horas de encuentro, les resulta apasionante, enriquece sus vidas y, por ello, esperan que el nuevo ‘curso de lectura’b -el presente lo concluyen ya- llegue pronto para seguir proyectándose a través del conocimiento que les ofrecen textos, autores, novelas de todo tipo, tomos históricos, cuentos y otras lindezas que, entre miles de volúmenes, pueden disfrutar buceando en el fondo editorial de la biblioteca.
No todas han leído El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha desde su primera y conocida frase hasta el final, pero, muchas de ellas, aseguran saber de la obra por haberla releído parcialmente y, otras, dicen que «tiempo al tiempo, porque terminaremos leyendo a Miguel de Cervantes y comentando las hazañas de su más famosa obra literaria». En las sesiones de lectura comentada las hay que buscan tertulia y compañía, también sinceridad, salir de la rutina, aprender, compartir experiencias, disfrutar de puntos de vista dispares sobre el texto propuesto, encontrarse a gusto, contrastar diferencias, profundizar en temas históricos y, no menos importante ni lo último, cambiar de criterio sobre algo o alguien, cuando entienden estar equivocadas. ¡Qué importante’, admitir otras opiniones. Lo mejor de todo lo hablado con ellas es una respuesta unánime: «Sí, encontramos lo que venimos buscando al Club de Lectura y estamos encantadas de que llegue la mañana del martes para disfrutar de nuestro espacio».
A lo largo del curso han leído muy diversas obras, destacando, por el debate provocado, El faro de Alejandría, de Gillian Bradshaw. Si de autores trabajados hablan, Miguel Delibes parece ser el favorito, el más «jugoso» en su narrativa. Terminan argumentando entre todas: «Hay confianza en nuestras ponencias y esperamos con buen ánimo el debate porque nos sirve de terapia».
Las hay que han pasado por la Universidad, otras, sin embargo, recuerdan a su mejor maestra, algunas lamentan que no haber tenido esta oportunidad antes, pero emocionada por descubrir la lectura, por aprender algo más y hacerlo en la mejor compañía. En una bella composición escrita, alguna resaltó «esta actividad me ha ayudado a superar el cáncer». Para otra de las lectoras, su pertenecía al Club de Lectura le ha permitido un mayor y más objetivo conocimiento sobre la cultura castellanoleonesa, muy distinta a la de su país de origen bajo un sistema dictatorial.
Ana Gamboa, impulsora de las actividades, explica que ha sido un aprendizaje valiosísimo a título personal. «No puedo evitar la emoción que me produce el efecto tan positivo que supone leer y compartir lo leído, aprender del criterio de otras y respetar posturas paralelas. Todas tienen un gran mérito y espero que, con su ánimo, contagien la asistencia de más vecinos en el próximo ejercicio».