Pepita y Pepota son las reinas del recreo. Guapas, lustrosas, negras como el carbón, con plumas entre las que relumbran destellos metalizados, una orejilla blanca y patas de gris pizarra, a su alrededor tienen siempre un nutrido grupo de fans. En este caso son las niñas y los niños de 5º de Primaria del colegio Apóstol San Pablo, centro que ha adoptado durante unos días a estas dos gallinas castellanas negras, una raza autóctona en peligro de extinción, y lo ha hecho dentro del programa que desde hace varios años promueve la asociación sin ánimo de lucro Huerteco, dedicada a la educación ambiental y a la horticultura terapéutica. La iniciativa se llama Ecoproyecto Hovo y ayer se presentó en sociedad con un acto en la Plaza de San Juan.
Desde 2018 Huerteco trabaja para intentar que no desaparezcan estas gallinas, procedentes del norte de África pero que se acomodaron en las dos Castillas y en Madrid de una manera propia y singular. «Es la raza peninsular más antigua, eran las gallinas de nuestros antepasados de la meseta central, por lo que son parte de nuestras raíces. Rústicas, salvajes, poco exigentes en alimentación, agradecidas en puesta de huevos... Se las regalaron los árabes a los Reyes Católicos y se convirtieron en sus gallinas favoritas y en las primeras gallinas domésticas», explica Juan Luis Carranza, responsable del proyecto.
Antes que él ya lo había contado Ahlam El Mesaouchi, de 10 años, una de las alumnas que rodea la jaula de Pepita y Pepota: «En Marruecos hay granjas con gallinas parecidas a estas y las vemos cuando vamos allí de vacaciones», explica entre el guirigay que forma toda la clase, que quiere contar, a la vez, cómo son estos animales. Como es imposible, lo echamos a suertes y les toca a Nerea Pacheco y a Nora Planenova ser las portavoces del grupo, que cuentan que no dan miedo, ni siquiera a los pequeños de Infantil; que todo el mundo colabora en alimentarlas y que es muy emocionante ver cómo ponen huevos y cómo salen los pollitos.
Porque el proyecto consiste en que el alumnado participe en la incubación y cuidado de los huevos y que presencien su eclosión y cuidados los primeros días. Se hace a través de la instalación de un pequeño gallinero portátil y se complementa con material de apoyo como guías informativas y formaciones adaptadas a diferentes niveles. Una vez nacidos y tras unos días de cuidados, los pollitos son trasladados al Corral Bioclimático que Huerteco tiene en Santibáñez Zarzaguda.
Desde que se puso en marcha esta iniciativa con un proyecto piloto en Lerma se ha incrementado la escasa población de la gallina negra castellana con 2.000 nuevos ejemplares. El primer colegio de Burgos en tenerlas fue el Solar del Cid y desde entonces se ha llevado a otros 51 centros educativos, de los que 12 han repetido experiencia, 7 han sido del entorno rural y 4, de educación especial: El Cid, Puentesaúco (Aspanias), Arans-Bur y Fray Pedro Ponce de León.
Huerteco forma parte de la Asociación de Amigos de la Gallina Castellana Negra, entidad de la que recibe asesoramiento y apoyo en la crianza y mejora de la raza y que, a su vez, forma parte de Fesacocur (Federación Española de Avicultura, Colombicultura y Cunicultura de Raza), cuya finalidad es intentar cambiar el concepto en la reproducción y conservación de la avicultura de raza en España. También pone a disposición de quien quiera la posibilidad de sostener económicamente una gallina para que esta iniciativa siga hacia adelante. 'AMPAdrina una gallina' es el nombre de la campaña que anima a aportar 30 euros por animal, 60 euros si, además, se desea asociarse a Huerteco o comprar tarjetas de felicitación con expresiones populares que utilizan la palabra huevo.