En el tortuoso trayecto hasta la 'liberación' de la AP-1 quedaron truncadas decenas de vidas. Casi todas en su vecina, la N-I, la cual soportaba una media de 7.000 vehículos diarios, muchos de ellos camiones. La intensidad de circulación, las carencias y la falta de mejoras la convirtieron en una trampa mortal. Transitar por ella era como jugar a la ruleta rusa. La Plataforma de Afectados de esta carretera, sin la cual a buen seguro seguiríamos pagando por la vieja autopista, cifró en más de 60 las víctimas desde la última prórroga hasta la caída del peaje. Hasta el siniestro del martes en Briviesca, nadie había perecido en este trazado.
El 8 de agosto de 2018, un camión invadió el carril contrario a la altura de Quintanapalla y arrolló a un Seat Ibiza en el que viajaba una pareja de Pontevedra. Fueron las dos últimas víctimas de la N-I hasta el trágico suceso del pasado martes, en el que un vecino de Briviesca de 65 años murió tras estrellarse en la parte trasera de un tractor y quedar aplastado por el apero. Era la primera vez en un lustro que el corredor se teñía de negro. Antes de la 'liberación' de la autopista, la media era de cinco muertos al año. Según los datos facilitados por la Jefatura Provincial de Tráfico, sólo desde 2015 hasta el día en que desaparecieron las barreras, perecieron en este trazado 21 personas.
La situación en la N-I también ha mejorado en cuanto a heridos graves. De los 19 que hubo en los años previos a la conversión en vía libre de la AP-1, a tan solo siete en el último lustro. La vieja autopista, pese a soportar más circulación, también ha registrado menos fallecidos, pasando de seis a cinco desde que es gratis. Los últimos, este último verano. Una mujer de 25 años y una menor de 16 perdieron la vida el pasado 15 de agosto tras una salida de vía en Grisaleña.
El jefe de Tráfico, Raúl Galán, matiza que el trazado de Burgos a Armiñón ha experimentado un repunte de accidentes, que sin embargo son mucho más leves. De hecho, la mayoría se quedan en meros choques por alcance y no dejan siquiera heridos. «Está claro que hemos ganado en seguridad. Era algo que sabíamos de antemano y se ha confirmado. Por otro lado, teniendo en cuenta que las cifras de siniestralidad en los dos últimos años no han sido nada buenas, esta carretera no es una de las más peligrosas», opina.
La liberación de la AP-1 se resume en una lectura muy sencilla que hace Galán: «Hemos cambiado siniestralidad mortal por falta de fluidez. El balance, a nivel general, es positivo». No sólo considera que se deben mejorar las cifras de muertos en esta vía, también entiende que deben hacer un esfuerzo para gestionar de manera práctica las retenciones mientras llegan las grandes inversiones. «El servicio al usuario ha empeorado y tenemos que trabajar en esa dirección, es evidente».
Por lo pronto, está previsto que a lo largo de 2024 se instalen de manera progresiva los paneles con señalización de mensajes variables para, en caso de que se produzca un corte o un accidente, poder avisar con antelación y que la Guardia Civil tenga más margen de reacción. Cabe recordar que la medida que aplican las patrullas de Tráfico en estos casos es la desviación de vehículos a la N-I, que en días puntuales incrementa considerablemente sus intensidades de circulación.
Y es que muchos conductores optan por 'mudarse' a la carretera vecina en las jornadas donde se prevén mayores niveles de tráfico. Una circunstancia que, a priori, no preocupa en exceso en la jefatura provincial en cuanto a que pudiera producirse un incremento de la siniestralidad. «No creo que la tendencia sea un trasvase masivo de vehículos de una vía a otra. La mayoría de conductores son de fuera y desconocen que hay una alternativa», advierte Raúl Galán.