Antonio Gregori, el soñador furtivo

R. PÉREZ BARREDO / Burgos
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Periodista, guionista y promotor de fascinantes aventuras cinematográficas por Burgos, ha fallecido en Alicante a los 83 años

El escritor y crítico de cine Antonio Gregori ha fallecido en Alicante a los 83 años. - Foto: Luis López Araico

Se ha ido Antonio Gregori a ese firmamento en el que habitan, desde y para la eternidad, todos aquellos que contribuyeron a hacer del cine el Séptimo Arte: un cielo lleno de estrellas, ese territorio que no dejará de ser una fábrica de sueños. Burgalés al que nacieron en Alicante, Gregori fue periodista, guionista y promotor de algunas de las aventuras cinematográficas más fascinantes que por estos lares han sido. Alumno del Liceo Castilla, de La Salle y del López de Mendoza, no había alcanzado la mayoría de edad cuando ya se había sentado delante de un micrófono y había hecho sus pinitos como actor de teatro. Con otro cinéfilo irredento como José Manuel Payno, con quien tanto quiso, Gregori impulsó a mediados de los 60 aquellos cine-clubs que tan bien hicieron a una generación educada y crecida en el blanco y negro, y que no fue otra cosa que una invitación a soñar. No podía ser de otra manera siendo Gregori (y tomamos prestada para definirlo el título de esa gran novela de Jesús Carazo) un soñador furtivo. No le pareció suficiente: consiguió que al suelo bendito llegara Els Jolglars, por ejemplo, o que, casi caliente aún el cadáver (permítasenos la exageración), aquí se homenajeara al fusilado poeta Federico García Lorca mucho antes de que el dictador doblara la servilleta.

En RNE fue uno de los hombres del cine: dirigió programas, entrevistó a decenas de actores, actrices y directores; mucho le debe la Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci) al granAntonio Gregori: fue uno de sus más grandes difusores, una de las voces (tenía una dicción perfecta y un timbre precioso, créanlo) que ayudarían a convertir este festival en una referencia a nivel internacional. Por el camino, dirigió cursos de cine, asesoró, fue jurado e impulsó numerosos festivales (como el de Cine Fantástico y de Terror que, en esta tierra, hizo realidad junto al gran Paul Naschy). Pero nada le hizo jamás sentirse más orgulloso que haber sido guionista de un peliculón llamado 'Soldados' que, dirigido por Alfonso Ungría, a punto estuvo de hacerse con el máximo galardón en la Mostra de Venecia, uno de los festivales más importantes del mundo.

Uno de sus grandes legados es la monumental y enciclopédica obra El cine español según sus directores (Cátedra). Por desgracia para él, los cambios en la radio pública de finales de los 90 lo relegaron a un papel secundario (a él, que era todo un protagonista). Lo aceptó a regañadientes, es cierto, pero con dignidad, mucho humor negro y un punto inevitable de cinismo y de amargura, hasta que le llegó la jubilación y, con ella, las ganas de exiliarse al Mediterráneo, donde ha disfrutado de la vida, de su familia y de su gran pasión, el cine, hasta que su voz melodiosa y cálida se apagara ayer a los 83 años de edad. Fin.