Interior protege a los hijos de 24 mujeres en Burgos

ANGÉLICA GONZÁLEZ / Burgos
-

La mitad de las víctimas inscritas en el Sistema Viogén en Burgos tienen menores a su cargo y casi un 40% de esas niñas y niños se encuentran en situación de vulnerabilidad

Imagen de la concentración de repulsa por el asesinato de Andrea Bejarano, trabajadora del HUBU, que deja un niño huérfano más por violencia machista. - Foto: Patricia

La violencia contra las mujeres no da tregua. El pasado día 19 efectivos de la Policía Nacional encontraban el cadáver de Andrea Bejarano por indicación de su pareja, que la había escondido en un paraje de La Bureba tras asfixiarla en el domicilio conyugal 36 horas antes. El asesino confeso ya está en la  cárcel y sin la patria potestad del hijo en común que tenían, un niño más que ha perdido a su madre de la peor forma posible, a manos de un maltratador. El Sistema de Seguimiento Integral en los casos de Violencia de Género (Viogén) del Ministerio del Interior, que ofrece supervisión y  protección a las víctimas, refleja para la provincia de Burgos que la mitad de las mujeres que incluye porque han denunciado malos tratos por parte de sus parejas o exparejas tienen menores a su cargo, algunos de los cuales están en riesgo cierto de que les alcance la violencia que sufren sus madres. 

Las cifras exactas son las siguientes y dan una idea de cómo no para de crecer el número de mujeres que han dado el paso de denunciar a quienes las maltratan pero que siguen en riesgo de ser dañadas, igual que sus hijos: A finales del pasado febrero Viogén tenía en Burgos 1.176 casos activos (un 24% más que en el mismo mes del año pasado), de los que en 593, las mujeres tenían menores a su cargo. En 24 de estos casos, las niñas y los niños están en situación de riesgo, que es definida por el Ministerio del Interior como aquella en la que se detecta «una especial combinación de indicadores que apuntan a que la violencia ejercida por el agresor sobre la víctima podría extenderse a otras personas a ella, especialmente hacia los menores».

Se trata de unos datos que ponen en evidencia cómo los hijos son también objetivo de los maltratadores y, por tanto, víctimas de la violencia vicaria, la que se ejerce sobre ellos para hacer un daño insufrible a las madres, como ocurrió en el caso de José Bretón, que mató y redujo a cenizas a sus dos criaturas para martirizar de por vida a la madre. Este terrible crimen ahora ha vuelto a la actualidad porque el asesino le ha contado su versión de los hechos a un escritor que la ha volcado en un libro, cuya publicación, de momento, se ha detenido.

El Sistema Viogén incluye que en el caso de 118 mujeres sus niños están en situación de vulnerabilidad y el de 219 se considera «de especial relevancia», lo que significa que se ha detectado una especial combinación de factores que aumentan de manera significativa la probabilidad de que el agresor ejerza sobre la víctima «violencia muy grave o letal».

De las 1.176 mujeres sobre las que consta su denuncia por violencia de género (que no era el caso de la última víctima mortal en la provincia de Burgos), 11 tienen un riesgo alto; 175, medio; 517, bajo y 419, no apreciado. Se trata de definiciones técnicas que puedan cambiar en cualquier momento. La policía explica, por ejemplo, que un caso se puede considerar como de riesgo «no apreciado» porque en ese momento, el agresor cumple condena, y que la calificación puede cambiar en cualquier momento. Por edades, el grueso de víctimas (412) tienen entre 31 y 45 años y después están las de 45 a 64 (316)  pero también hay mujeres mayores de 65 años (24) y chicas menores de edad (8). 

La Asociación para la Defensa de la Mujer La Rueda define la violencia vicaria como «la que tiene como objetivo dañar a la mujer a través de sus seres queridos y especialmente a través de sus hijas e hijos y que le causa un dolor extremo; es la culminación de un proceso de control y maltrato». Las expertas de la entidad ofrecen, además, una serie de síntomas que suelen presentar los niños dañados por un maltratador con objeto de herir a las madres: retraso en el desarrollo respecto a lo esperado para su edad, cansancio, alteraciones del sueño, síntomas psicosomáticos impropios de su edad como dolores de estómago o de cabeza, ansiedad, conflictos con sus iguales, aparición de miedos inadecuados para su edad, manifestaciones verbales o artísticas que muestran situaciones negativas dentro del entorno familiar y que son el motivo de tales miedos o problemas de conducta como impulsividad, agresividad, rabietas, crueldad con animales o conductas autodestructivas.

La Rueda dispone de un programa educativo dirigido precisamente a estos niños y adolescentes, denominado Parapente y diseñado de forma expresa para acompañar a menores entre los 3 y 16 años, cuyas madres estén en proceso de recuperación por haber sido víctimas de violencia de género. Incluye, además, una escuela de madres en la que se debate y se ofrece información de relevancia para que tengan estrategias de enfrentamiento de las situaciones traumáticas que puedan sufrir o protagonizar sus criaturas.

Parapente incluye la lectura de cuentos infantiles que trabajan aspectos sobre la igualdad como el intercambio equitativo de tareas; se emiten películas para el aprendizaje de valores o se llevan a cabo distintos role playing, anglicismo que se utiliza para referirse a la interpretación de diversos papeles por parte de los menores para que sepan analizar las diferentes situaciones que se pueden encontrar. También se trabaja con las psicólogas cómo gestionar las emociones y se enseñan pautas de conducta adecuadas.