La situación para las personas mayores que requieran asistencia las 24 horas en un centro especializado empeora en la ciudad de Briviesca. Los últimos datos que aportan desde la residencia La Milagrosa -la única que actualmente opera- sobre el número de plazas disponibles no resulta nada alentador y de las ochenta con las que cuentan tan solo quedan tres sin cubrir. Paralelamente, el proyecto de construcción de un nuevo espacio que la empresa Segersad Peninsular había proyectado en el municipio ha quedado aparcado definitivamente.
Martín González, portavoz de la Fundación Casa Asilo de Pobres, asegura que el geriátrico está «prácticamente al límite de ocupación» y a pesar de anunciar que se llevará a cabo una «pequeña reestructuración en algunos dormitorios» descarta «ampliar las instalaciones». Hasta el momento todos los usuarios comparten habitación con un compañero, pero la idea prevista es «transformar algunas de las dobles en individuales con la finalidad de que los mayores ganen privacidad», expone.
La esperanza de ofrecer a los ancianos un nuevo lugar en el que residir llegó con el proyecto de reapertura de Reyna Amalia, que cerró inesperadamente en abril de 2020. Jesús Serna, gerente de la compañía alicantina, alquiló los dos edificios de los que se compone el centro para dar la opción a 60 ancianos de la zona a ingresar.
Sin embargo, el incremento de los precios de la energía repercutió en que la reapertura de las antiguas instalaciones se alargara más de lo planeado. A pesar de realizar alguna mejora e incluso contratar a una persona para agilizar la puesta en marcha del negocio, la imposibilidad de alcanzar ciertos acuerdos con el propietario del inmueble impulsó a la compañía a tomar otro rumbo y plantearse levantar un centro nuevo.
«Ya habíamos estudiado el territorio y barajado varias localizaciones para ubicar la residencia Santa Casilda. También habíamos diseñado el espacio, que tendría cabida para 60 ancianos, y decidido que contrataríamos en torno a 30 profesionales del sector sociosanitario, como auxiliares de enfermería, enfermeros y fisioterapeutas, para que los usuarios recibieran los mejores cuidados», aclara el empresario. Sin embargo, la apertura de dos centros en Cuenca y Segovia en edificios ya acondicionados para ello ha frenado el proyecto en la capital burebana. «El desembolso ha sido importante en el último año y la puesta en marcha desde cero de una residencia supone una inversión muy potente que de momento no podemos asumir. Por ahora no incluimos en nuestros planes iniciar ningún trabajo en Briviesca», añade.
Desde el momento en el que Reyna Amalia quedó vacía, varias han sido las personas que se han interesado por su gestión. Además de Segersad Peninsular, una de las antiguas empleadas que trabajó allí durante casi una década pensó en tomar las riendas, pero el elevado coste del arrendamiento la impidió dar el paso. El anterior equipo de gobierno, liderado por el socialista Álvaro Morales, también analizó la posibilidad de ubicar un centro de día, una idea que rápidamente desecharon, puesto que las instalaciones no cumplían con las condiciones óptimas para tal fin. Finalmente, el Ayuntamiento adquirió a la Fundación Caja de Burgos un edificio para centralizar todos los servicios sociales por 384.204 euros.
En Oña. La residencia para personas mayores San Salvador de Oña -propiedad de la Diputación de Burgos- dispone en la actualidad de 48 de sus 240 plazas libres y 138 empleados se encargan del bienestar de los usuarios.