La paz que debería reinar en un espacio de cultura como la biblioteca de Aranda se ha roto por culpa de varios grupos de chavales que acuden de forma periódica a estas instalaciones y rompen con todas las normas de respeto que marcan el funcionamiento de este espacio, ubicado en pleno centro de la capital ribereña. Primero fueron detalles como conversaciones en tono alto, luego pasaron a encararse con las trabajadoras de la biblioteca cuando les llamaban al orden o les pedían que se fueran, hasta llegar a realizar actos de vandalismo con el mobiliario urbano. La situación ha llegado hasta tal punto que se ha tomado una decisión drástica para mantener el orden en este espacio de cultura: que la Policía Local realice patrullas dentro de la biblioteca.
Muchos usuarios no se acostumbran a ver a los uniformados vigilando a los que ocupan las mesas, pero consideran que la medida es necesaria. «Nunca pensé que llegaría a ver esta imagen, esto es un lugar de cultura, pero de alguna forma hay que atajar a estos chavales», comenta una lectora que, acompañada de sus hijos, acude a devolver unos préstamos.
Desde la Policía Local aseguran que son dos o tres grupos de chavales «perfectamente identificados», con edades que rondan entre los 10 y los 14 años, los que provocan estos altercados. «Con el buen tiempo vienen menos, pero como aquí están calentitos se meten en la sala para no estar por ahí, por la calle», añade una trabajadora de la biblioteca, haciendo alusión a la falta de espacios de ocio para los adolescentes. «Se nota los que vienen a liarla, porque no traen mochila con deberes ni nada, vienen a pasar el rato», aporta otra compañera.
Lo que podría parecer una chiquillada, está tomando tintes más graves que se quieren atajar de raíz con esta presencia policial. «Algunos han llegado a increpar a alguna trabajadora por la calle, esto es pequeño y es fácil cruzarse, pero ellas no tienen por qué enfrentarse a ellos, saben que en cuanto nos llamen vamos a venir», certifican desde la Policía Local.
El propio concejal de Cultura, José Antonio Fuertes, conocedor de estas circunstancias, considera necesaria esta presencia de los uniformados. «Es una forma de que los que van a montarla no vayan», confirma el edil. De hecho, la simple presencia de los agentes hace que los que acuden a este espacio con oscuras intenciones abandonen la biblioteca sin más.